Autonomía y mayores: nuevos conceptos para ser más libres
Vivimos más. Y este incremento de la esperanza de vida junto al desarrollo de la tecnología ha multiplicado el desarrollo de soluciones de distinto tipo pensadas para mejorar la calidad de vida y la autonomía en los mayores. De todas ellas, la teleasistencia parece ganar posiciones a otras fórmulas más implantadas. Estos pueden ser desde centros de día hasta las residencias de mayores.
¿Qué es la teleasistencia?
La teleasistencia es uno de los servicios más utilizados por las personas mayores. Su función principal es dotar al mayor de una seguridad y tranquilidad que le permitan seguir viviendo en su propia casa. Y, si es posible, hacerlo de forma autónoma, sin necesidad de depender de nadie. Estar sólo en casa pero a la vez sentirse acompañado aporta la seguridad que estas personas necesitan si surgiese una situación de emergencia. Por ello, este servicio está pensado para fomentar que todas ellas continúen viviendo en sus hogares el mayor tiempo posible. De esta forma mejoramos la autonomía en los mayores.
Todo es móvil. La teleasistencia también
La velocidad de todos los desarrollos tecnológicos y los avances científicos aplicados al cuidado de las personas han revolucionado este mercado. Por eso, hoy en día podemos hablar de la teleasistencia móvil y de cómo mejora la autonomía personal. Aseguramos que es una solución muy avanzada cuya mayor ventaja es la de poder sentirse protegido dentro y fuera del domicilio.
Lograr que las personas se sientan seguras es tan sencillo como desarrollar un servicio que se presta a través del propio móvil del usuario. El funcionamiento resulta tan fácil como pulsar un botón verde en el momento en que tengan cualquier incidencia. Además, no es necesario saber de nuevas tecnologías para poder utilizarlo.
Viejos amigos: centros de día y residencias
Otro de los conceptos que han ido surgiendo para el colectivo de las personas mayores son los centros de día. Lugares donde los mayores suelen pasar unas horas por la mañana o por la tarde. Estos lugares están destinados a la realización de talleres y actividades de entretenimiento. Fomentan tanto el desarrollo social como emocional.
La persona mayor siempre duerme en su domicilio, esta es la diferencia fundamental con una residencia de mayores. Además, se establecen los días de asistencia y su duración según los intereses y necesidades de cada uno. Lo que se busca fundamentalmente es que los usuarios participen de forma activa en todas las actividades y proyectos que se idean para ellos.
Lo ideal para las personas mayores es poder combinar las dos soluciones. La teleasistencia le proporciona seguridad y tranquilidad de sentirse protegidos ante cualquier incidencia, y los centros de día les proporcionan relacionarse con otras personas, fundamental en esta etapa de la vida. El aislamiento es lo que hay que evitar a toda costa, y esta solución mixta cumple muy bien este papel.
Las residencias de mayores son el concepto más asistencial. Una vez que la persona ya no es capaz de llevar una vida totalmente autónoma, tiene la opción de ingresar en una residencia, donde tendrá una asistencia sociosanitaria las 24 horas del día.
A la hora de elegir una u otra solución es importante tener en cuenta las características personales de cada individuo. No todas las soluciones valen para todas las personas. Si la persona es lo suficientemente autónoma las soluciones más adecuadas serán teleasistencia y centro de día, puesto que lo ideal es que siga manteniendo su libertad, sus actividades diarias, en su propio entorno.
Cuando las necesidades y el grado de dependencia de las personas son altos, o más complejos es cuando se recurre a las residencias de mayores. La imposibilidad de enfrentarse a las tareas diarias y de acceder en solitario a sistemas de ayuda es lo que justifica acudir a estos recursos. Sin embargo, desde ViveLibre, creemos que con el desarrollo tecnológico hay mucho espacio que se irá ganando para conservar por más tiempo la autonomía de los mayores, con una vida plena y libre.
"No puedo estar sola": Necesidades de la España vaciada
España es un país viejo. Este hecho no es algo diferente de lo que ocurre en el bien llamado viejo continente. Sin embargo, nunca habíamos sido tan conscientes de ello como con esta pandemia. Somos un país lleno de personas mayores, de los que más de dos millones y medio viven solas. Así se desprende de los datos de la Encuesta Contínua de Hogares que realiza el INE relativos a 2019 cuya tendencia se sostiene en este año.
El perfil del mayor de 65 años que vive solo en su casa corresponde en un 72% a mujeres, según este estudio. Si además, salimos de los entornos urbanos masificados que aglutinan la mayoría de los servicios, la fotografía se complica un poco.
En las zonas rurales, casi despobladas, que ahora se denominan la España Vaciada, el porcentaje de mayores que se enfrentan a su vida solos y con escasos recursos es aún mayor. De hecho, en los pueblos con menos de 2.000 habitantes de población los mayores representan el 30% de la población. La despoblación les deja además mucho más desasistidos de servicios sociosanitarios, transporte y movilidad de todo tipo.
Ayuda a domicilio: el reto indispensable para las personas mayores
Para esta crisis sanitaria y para la vida diaria, los servicios asistenciales son esenciales para proveer ayuda y seguridad a los más vulnerables. De hecho, la ayuda a domicilio (de distinto tipo) permite cubrir las necesidades básicas de los mayores cuando no llegan otro tipo de recursos.
Con centros de salud alejados y escasa comunicación, los mayores en las zonas rurales más apartadas necesitan apoyos. Las visitas de los servicios de ayuda a domicilio han sido especialmente necesarias durante los meses de confinamiento. Meses que muchas personas mayores han sufrido aislados de sus familias. Hablar con ellos, y sobre todo poder verles y detectar si hay alguna anomalía para avisar a familiares y a otro tipo de servicios, ha sido esencial. Pese a que no son abundantes ni demasiado frecuentes, estos servicios indispensables prestan una ayuda personalizada y cercana absolutamente indispensable.
Hay incluso algunas experiencias curiosas como el desarrollo de “pueblos cuidadores”. Allí proyectan hacer de algunas de estas localidades más despobladas un lugar que generaría empleo para cuidadores. Algunos expertos sociales lo están valorando porque no sólo se darán servicios a los mayores, sino a los trabajadores y a sus familias (colegios, guarderías, ocio, bares). Y todo ello respetando los servicios y las actividades económicas que siempre hubo en el pueblo (aunque en algunos casos ya hubiera desaparecido): ganadería, huerta, turismo, etc.
Teleasistencia para una vida más libre y feliz
Lo que cualquier persona (mayor o joven) desea es continuar viviendo de manera independiente en su propia casa. Sin embargo, la vida en el domicilio puede volverse complicada cuando las rutinas se dificultan por problemas de salud y dependencia. El aislamiento y la falta de información pueden convertir el día el día en un sufrimiento continuo para las personas mayores o con algún tipo de discapacidad.
Ahí es donde entra en juego la teleasistencia. Junto con la ayuda a domicilio, se ha convertido en una de las mejores herramientas para combatir cualquier emergencia. Además también es muy valiosa para prevenir y mitigar la soledad de las personas mayores y dependientes.
“Soy muy mayor y no puedo estar sola” es una frase repetida a la que la teleasistencia puede dar respuesta. El rápido desarrollo de soluciones ágiles, robustas y muy personalizadas conecta a los usuarios con profesionales que pueden atenderles en cualquier momento y lugar. También les da tranquilidad a este porcentaje tan elevado de nuestra población envejecida.
Se trata de un servicio pensado para cualquier persona vulnerable que quiera seguir en su casa, viviendo en libertad. Personas mayores pero también enfermos crónicos, gente con discapacidad o en situación de dependencia. En realidad, nuestro servicio de ViveLibre Movilidad es válido para cualquier persona que necesite un apoyo y tenga acceso a un teléfono móvil.
Porque no hay que olvidar que el uso de los teléfonos móviles es beneficioso para las personas mayores. Además de hacer que no queden incomunicados en ningún momento ni privados de asistencia, la conexión con este tipo de servicios les va a ayudar en la prevención y el control y va a favorecer el aprendizaje estimulándoles.
Seguiremos trabajando para que ningún mayor vuelva a sentirse solo, ni siquiera en mitad del campo de nuestra España más despoblada.
Sensores aplicados a la salud
En los últimos años hemos presenciado una explosión de los dispositivos y sensores que prometen ayudarnos a controlar mejor nuestra salud, nuestro estilo de vida e incluso en la investigación de enfermedades. Sin embargo, los dispositivos y sensores médicos existen desde hace muchos años en la práctica clínica. Eso sí, nunca han gozado de tanta publicidad.
Factores que han repercutido en los sensores
¿Qué ha ocurrido para que estemos viviendo un aumento exponencial del número de sensores y dispositivos para el cuidado de la salud? En términos generales existen dos factores principales que explican esta disrupción:
- Miniaturización y ubiquidad de los sensores. La reducción del tamaño de los procesadores siguiendo la Ley de Moore permite la integración de la circuitería y electrónica de manera cada vez más sencilla en un mayor número de dispositivos y materiales. Esto permite que estos sensores puedan estar presentes en varios elementos cotidianos. Algunos ejemplos son los smartphones, relojes inteligentes o incluso en los lugares más insospechados, (como el retrete).
Además han aparecido nuevos materiales. El grafeno o textiles inteligentes permiten que podamos llevar estos sensores en prendas de ropa, parches o adheridos a nuestra piel como tatuajes. Por último, el menor tamaño de estos dispositivos y reducido consumo de batería permite que incluso podamos implantarlos con más facilidad. Otra novedosa opción es tomarlos como una pastilla para obtener una imagen más precisa de nuestra salud.
- La mejora de los niveles de conectividad de estos sensores. Hoy en día podemos tener prácticamente cualquier dispositivo conectado a internet, formando parte del famoso internet de las cosas (IoT). Además, la llegada de nuevos protocolos de comunicación como el 5G mejora las velocidades de transmisión de estos datos.
En qué nos beneficiamos de los sensores
El aumento de todos estos sensores y la mayor conectividad lleva asociado un mayor número de datos. En ese sentido el aprovechamiento de la gran cantidad de datos es posible gracias a las tecnologías de Big Data y principalmente:
- Mayor capacidad de almacenamiento de datos, que además no necesitan disponer de una estructura definida.
- Procesamiento en tiempo real y aplicación de algoritmos de machine learning. Antes era impensables pero hoy en día gracias al cloud computing están al alcance de todos.
Esto es lo que nos permite disponer de una verdadera monitorización continua de variables biométricas en condiciones reales y normales. Antes esto sólo se podía plantear bajo estrictas condiciones de laboratorio.
Hasta ahora, al disponer sólo de medidas puntuales del estado de salud de la persona, los profesionales médicos establecían umbrales de riesgo basados en datos poblaciones. Estos datos promediados pasaban por alto la gran complejidad y variabilidad que existe entre las diferentes personas.
Ahora, sin embargo, podremos alcanzar un altísimo grado de personalización. Esto se realiza mediante el análisis individualizado de la evolución de los patrones. Permitirá la predicción con gran antelación de situaciones graves o descompensaciones en la salud.
Pasaremos entonces a una medicina más preventiva frente a la situación actual más reactiva (cuando ya se ha producido el cambio drástico).
Para terminar, hay que recordar que esta explosión de sensores y datos nos permiten analizar variables relacionadas con la salud que hasta hace muy poco eran descartadas por su excesiva complejidad. Relacionadas con la salud pueden ser el patrón de la marcha, los rasgos faciales, o el habla.
En conclusión, todos estos datos nos ayudarán como pacientes a conocernos mejor y ser agentes (pro)activos en el mantenimiento y cuidado de nuestra salud.
Cómo mejorar la autoestima de los mayores
Podemos definir la autoestima como la consideración que uno tiene de sí mismo. La autoestima nos ayuda a vernos y sentirnos mejor con nosotros mismos. Esto, sin lugar a duda, influye en nuestro comportamiento.
Las personas mayores en ocasiones, debido a las circunstancias particulares de esta etapa, lo tienen más difícil a la hora de mantener la autoestima alta. La objetividad de observar una merma en la imagen física, el dejar el trabajo y no sentirse productivos, la pérdida de energía que supone no poder llevar el mismo ritmo de vida de siempre, provoca una caída de la propia percepción de sí mismos.
Algunos incluso pueden llegar a sentirse menos útiles hasta pensar que molestan o resultan un estorbo para sus propias familias. Peor aún si no se cuenta con ellas. Y esto puede producir una baja autoestima que, en algunas ocasiones, puede derivar en depresión.
Las familias y aquellas personas cercanas podemos hacer mucho para evitar que esto suceda, y conseguir que nuestros mayores se sientan a gusto consigo mismos.
¿Cómo influimos las familias?
Muchas veces la familia actúa de manera paternalista con los mayores y no les dejan hacer las cosas que a ellos les gustaría. Nosotros preferimos que no las hagan por evitarles que hagan un esfuerzo o se hagan daño. A pesar de que nuestra intención es buena, sin pretenderlo, estamos provocando un sentimiento de inutilidad a la persona mayor. Les hacemos creer que ya no valen, cuando precisamente lo que debemos potenciar son sus capacidades y su autonomía. Es decir, no implantarles nuestros propios miedos.
¿Cómo podemos fomentar la autoestima?
Es fundamental que las personas mayores tengan tareas que realizar, aunque no sean importantes, porque les hace sentirse útiles. Los hábitos y deberes diarios mejoran el estado de ánimo de una persona porque refuerzan la necesidad que se tiene de ellos para llevarlos a cabo. Porque el hecho de sentir que tienen una responsabilidad, que son autónomos, les ayuda a sentirse bien consigo mismos.
Otra de las cosas en las que la familia puede colaborar para subir la autoestima a las personas mayores es respetar sus decisiones. Esto es algo básico. Ellos han envejecido, pero siguen teniendo la capacidad de decidir por ellos mismos, y hay que respetarlo. La familia es clave en este aspecto y debe dejar que estas personas mayores decidan por si mismas, sin condiciones.
Otras actividades que fomenten la autoestima
El ejercicio físico también ayuda y mucho a mantenerse activos y a encontrarse mejor. Esto supone un gran beneficio para su autoestima. Hay que animar a nuestros mayores a salir a la calle, a pasear, a bailar, a hacer deporte, y no estar solo viendo la televisión en el sofá de casa.
El socializar con otras personas también ayuda a mantenerse activos y a sentirse integrados en la sociedad. Por eso, y en la medida de lo posible, acompañarles en alguna de estas actividades resulta motivador y doblemente gratificante.
Y no menos importante es cuidar la imagen personal. El hecho de ser mayor no implica que no haya que cuidarse y verse bien. Cuanto mejor se vea la persona mayor, mejor se sentirá. Nos pasa a todos.
En consecuencia, debemos animar a nuestros mayores a salir a la calle, a hacer ejercicio, que se relacionen con otras personas. Deben seguir cuidando de su imagen, y debemos fomentar su autonomía y respetar sus decisiones. Hay que escuchar, acompañar y respetar. Siguiendo estos sencillos consejos, conseguiremos que nuestros mayores sean más autónomos y cuenten con una autoestima fuerte y gran seguridad. En definitiva, que sean más felices.