Demencia y aislamiento social
Existen muchas formas de demencia, incluyendo la vascular, la fronto- temporal, de cuerpos de Lewy, mixta.Read more
Ciencias de la complejidad y psiquiatría
Las ciencias de la complejidad estudian la forma en la que una gran colección de elementos, interaccionando a nivel local a escala pequeña, pueden autoorganizarse de una forma espontánea para dar lugar a estructuras y conductas globales, frecuentemente sin intervenciones externas.
Las propiedades del producto resultante no pueden ser explicadas simplemente teniendo en cuenta los elementos que lo han constituido. Por tanto, este sistema complejo requiere de un nuevo marco matemático y de nuevas metodologías científicas para ser estudiado.
Sistemas complejos
Una característica esencial de los sistemas complejos es que las propiedades del todo no pueden ser entendidas como la suma de los elementos que los constituyen. Por el contrario, son el resultado de fenómeno emergente, el cual requiere diversos mecanismos que implican la interacción entre los elementos de un sistema para generar información nueva y producir estructuras y conductas colectivas a mayor escala.
Pues bien, si aplicamos los conceptos anteriores a la salud mental, y en particular nos centramos en los que es considerado el paradigma de la enfermedad mental, la esquizofrenia, se puede concluir que esta forma parte de los sistemas complejos.
Psicosis y su conceptualización
La no linealidad de la enfermedad psicótica se caracteriza por su presentación en diferentes formas clínicas. Esta tiene diferentes síntomas de variable intensidad e interaccionan con elementos de carácter biológico, psicológico y social.
La aproximación a la psicosis desde el punto de vista de las ciencias de la complejidad explicaría la dificultad que los psiquiatras han tenido históricamente a la hora de clasificar esta entidad nosológica, así como la variabilidad en su curso, pronostico y respuesta al tratamiento.
Es importante recordar que la conceptualización actual nace en el siglo XIX y principios del XX. Emil Kraepelin (1856 – 1926) fue un eminente psiquiatra que propuso la clasificación y terminología actual. Sin embargo, la neurociencia ha progresado notablemente desde entonces y ha llegado el momento de actualizar los conceptos psiquiátricos a la luz del conocimiento científico y tecnológico del siglo XXI.
Aunque ha habido intentos de recalibrar la psicopatología (Escuela de psicopatología de Cambridge), y por tanto actualizarla, es evidente la necesidad modificar tanto la terminología utilizada como el abordaje de la enfermedad mental.
Con este articulo nos queremos sumar a la corriente de pensamiento que es crítica con la aproximación actual a la conceptualización de la psicosis. Proponemos abolir el termino esquizofrenia, que origina discapacidad a través de la discriminación y estigma que genera.
Creemos que es fundamental cambiar el marco conceptual con el que se estudia la enfermedad mental en general, adoptando una aproximación más en línea con las ciencias de la complejidad, lo que generará más esperanza a los jóvenes y a todas las personas que han sufrido un episodio psicótico.
Una aproximación salutogénica de la salud mental
El modelo salutogénico aboga por un concepto de bienestar y de calidad de vida de las personas, quitando el foco del modelo de enfermedad. Propone desarrollar la autonomía de la persona para que desarrolle sus propios recursos.
Durante la reciente pandemia por COVID 19, se ha visto un incremento significativo de las patologías en salud mental, particularmente entre la población joven. Ha quedado en evidencia que lo actuales servicios psiquiátricos no tienen la capacidad de respuesta necesaria ante tal volumen de patología. Esto comprende no solamente en cuanto a números de personas a tratar sino especialmente al tipo de servicio que se presta.
Un aspecto destacado a señalar es la necesidad de dar sentido a lo que estaba pasando en esta pandemia. Durante el COVID 19 muchas personas morían y existía un alto grado de incertidumbre sobre el futuro. El propósito vital ayuda a la mayoría de las personas a sobrevivir situaciones difíciles. Esto se puede encajar dentro modelo salutogénico para dar más fortaleza y resiliencia a los seres humanos ante dificultades y enfermedades, incluida la enfermedad mental. Creemos que el futuro de la salud mental debe enfocarse al desarrollo servicios que den los instrumentos a los individuos para manejar su propia vida. Y así alejarse de las categorías y etiquetas que aumentan el estigma y los prejuicios sobre la enfermedad mental.
Cada vez es más evidente que en un mundo interconectado o nos salvamos todos o no se salva nadie. Todos estamos en el mismo barco y merece la pena remar en la misma dirección.
Envejecimiento y enfermedades oculares
El ojo humano se compone de un sistema de lentes y medios transparentes que transmiten la imagen y la luz hacia la retina donde se capta la imagen y desde donde se transporta al cerebro a través del nervio óptico.
A lo largo de la vida se van produciendo cambios propios del envejecimiento natural en todos nuestros tejidos y órganos. En el caso del ojo, afectarán a los medios de conducción, que van perdiendo transparencia, como a las propias lentes ( córnea y cristalino ). La retina irá perdiendo población celular y por tanto la imagen que capta se verá afectada.
Además del envejecimiento natural, son muchas las enfermedades sistémicas que pueden afectar nuestra visión. Las enfermedades vasculares, como la hipertensión y la diabetes, causan deterioro de la vascularización retiniana y por tanto del riego sanguíneo, contribuyendo a un deterioro mayor y más precoz de nuestra visión .
Además de los errores de refracción que ocurren a cualquier edad (hipermetropía, astigmatismo y miopía), a partir de los 45 años el envejecimiento del cristalino causa una pérdida progresiva de la capacidad de enfoque cercano. Es lo que conocemos como presbicia y no puede considerarse una enfermedad sino una pérdida de las facultades propias del ojo joven.
Repasaremos las enfermedades oculares más frecuentes en las personas mayores.
Efectos de la edad en el cristalino
El cristalino es una lente muy potente que se encuentra por detrás del iris. Como su nombre indica, debe ser transparente y cristalino para transmitir la luz. Durante los primeros 40 años de la persona tiene la capacidad de variar su poder dióptrico abombándose y contrayéndose por el movimiento del músculo ciliar cuando necesitamos enfocar de cerca. A partir de los 40-45 años, se va endureciendo y pierde progresivamente la capacidad de enfoque cercano. Es lo que conocemos como presbicia y ya hemos dicho que no se puede considerar una enfermedad porque puede corregirse con gafas, y la vamos a padecer todos.
Sin embargo, el envejecimiento también provoca pérdida progresiva de la transparencia del cristalino y por tanto la imagen que llegará a la retina será más borrosa. Es lo que conocemos como desarrollo de cataratas . Durante un tiempo la visión mejorará variando la corrección con gafa del paciente, pero hay un punto en el que ya no se puede mejorar y será necesario cambiar el cristalino por una lente intraocular. Actualmente las lentes pueden corregir la visión de lejos y cerca como las lentes progresivas de las gafas.
Diagnóstico precoz frente al glaucoma
En ocasiones la presión del líquido que rellena el ojo (humor acuoso) está elevada y no permitirá una correcta entrada de sangre al interior del ojo. Como consecuencia iremos perdiendo fibras en la retina y por tanto en el nervio óptico. No se verá afectada la graduación y tampoco puede corregirse con gafa.
No causa dolor ni síntomas visuales hasta que se encuentra muy avanzado y afecta la visión central. Afecta sin embargo a la visión periférica, produciendo un estrechamiento progresivo del campo visual.
El tratamiento consiste en bajar la presión ocular con fármacos que disminuyan la producción de humor acuoso o faciliten su evacuación . Se administran en gotas oculares o colirios. En caso de no mejorar, puede ser necesaria la cirugía.
Nunca se recupera la visión que hayamos perdido, por tanto el diagnóstico precoz es de vital importancia. El oftalmólogo detectará la presión elevada en la consulta y verá si nuestro nervio óptico está alterado. En ambos casos pedirá pruebas para valorar el campo visual y la capa de fibras de la retina .
Degeneración macular asociada a la edad (DMAE)
En este caso se afecta la visión central y el campo visual permanece normal. El paciente notará borrosidad en aquello que mira (caras, letras, tv) y deformación en las líneas. Se debe a la afectación de la zona central de la retina que conocemos como mácula. Es la responsable de nuestra agudeza visual y es donde tenemos el mayor número de fotorreceptores del tipo cono.
La edad es el primer factor de riesgo para padecerla, pero también existen factores genéticos . También las enfermedades vasculares tipo diabetes aumentan su incidencia.
El tratamiento es complicado. En la actualidad en las DMAE del tipo húmedo (con mucho edema o líquido) se están inyectando dentro del ojo fármacos que intentan disminuir el edema.
Ojo seco
Al lado de las enfermedades que ya hemos descrito y que pueden afectar la visión de forma grave, el ojo seco puede parecer poco importante. En efecto no suele tener gran repercusión visual, pero resulta muy molesto.
La composición de la lágrima va deteriorándose a lo largo de la vida, de forma que su evaporación va resultando cada vez mayor, sobre todo al mantener la fijación visual. El uso de pantallas, calefacción, aire acondicionado y lentillas, aún aumentan más el efecto evaporativo.
Los síntomas son escozor, sensación de arenilla o cuerpo extraño, pesadez, cansancio y ganas de cerrar los ojos . El paciente deberá instilarse colirios de lágrimas artificiales con frecuencia .
En todas las enfermedades oculares el diagnóstico y tratamiento precoces ayudarán a un mejor control de nuestra visión . Por eso lo principal es el asesoramiento de los expertos. Se aconseja una revisión anual de nuestra visión a partir de los 40-45 años.