Demencia y Alzheimer, ¿cuáles son las diferencias?

En primer lugar, hablamos de demencia cuando se trata de un deterioro de la salud mental, mientras que la enfermedad de Alzheimer es una enfermedad específica del cerebro.

Entonces, la demencia es un término general que describe un conjunto de síntomas cognitivos, incluyendo pérdida de memoria, dificultades en el pensamiento y problemas en la realización de actividades diarias. De hecho, puede ser causada por diversas enfermedades o condiciones, no solo el Alzheimer. La demencia es un síndrome que afecta las funciones cerebrales y puede manifestarse de diferentes maneras.

No obstante, la enfermedad de Alzheimer es una forma común de demencia pero específicamente es una enfermedad neurodegenerativa progresiva. Se caracteriza por cambios específicos en el cerebro, donde se acumulan placas de proteína beta-amiloide y ovillos de proteína tau, lo que lleva a la muerte de células cerebrales y a la progresiva disminución de las funciones cognitivas. A medida que avanza, los síntomas empeoran y afectan más áreas del cerebro, lo que lleva a una pérdida significativa de memoria y habilidades cognitivas.

 

Impacto social y económico

La demencia y el Alzheimer representan un desafío complejo para la sociedad, afectando a nivel económico, social, emocional y de salud pública. Esta problemática tiene un impacto significativo en los individuos, las familias y la sociedad en general debido a su carga emocional, financiera y de atención. Abordar estos desafíos requiere esfuerzos coordinados a nivel comunitario, investigaciones continuas y una mayor conciencia pública sobre estas enfermedades. inversión en investigación, acceso a servicios de atención adecuados y apoyo a los cuidadores, ya que no solo afecta a los individuos que la padecen, sino también a sus familias y comunidades. Puede generar cambios en las relaciones familiares, aislamiento social y dificultades para mantener actividades sociales regulares. A menudo, la demencia y el Alzheimer están rodeados de estigma y falta de comprensión por parte de la sociedad. Esto puede afectar la aceptación de la enfermedad, el acceso a los servicios de salud y el apoyo a las personas afectadas y sus familias. Consiste en el impacto social y familiar que supone.

Además, implica una carga económica considerable, ya que el cuidado de personas con demencia requiere recursos financieros considerables para el tratamiento médico, cuidados a largo plazo, medicamentos e incluso, el apoyo a los cuidadores. Esto puede afectar tanto a las familias como a los sistemas de salud públicos y privados, incluyendo la presión en los sistemas de atención médica por la creciente demanda de servicios especializados y de atención a largo plazo.

Sin embargo, hay razones para mantener un enfoque optimista en relación con la investigación sobre demencia y Alzheimer. Aunque aún no existe una cura definitiva para estas enfermedades, se han logrado avances significativos en la comprensión de sus mecanismos subyacentes y en el desarrollo de tratamientos potenciales. Algunos motivos para ser optimista incluyen:

    Investigación en curso: Se están realizando investigaciones exhaustivas para comprender mejor los mecanismos biológicos y genéticos detrás del Alzheimer y otras formas de demencia. El avance tecnológico ha permitido técnicas más precisas para estudiar el cerebro, lo que ha llevado a nuevos descubrimientos.

    Enfoque en la prevención: Se está prestando más atención a la prevención y a la identificación temprana de los factores de riesgo para el Alzheimer, como la hipertensión, la diabetes, la obesidad, la inactividad física y otros. Un estilo de vida saludable, incluyendo una dieta balanceada, ejercicio regular y actividad mental, se ha asociado con una menor incidencia de demencia.

    Desarrollo de terapias: Se están probando diferentes enfoques terapéuticos, incluyendo fármacos, terapias genéticas, inmunoterapia y tratamientos no farmacológicos, con el objetivo de ralentizar o detener la progresión de la enfermedad.

    Apoyo a los afectados: Existe un creciente énfasis en brindar apoyo a las personas afectadas por demencia y Alzheimer, así como a sus cuidadores. Programas de educación, grupos de apoyo y servicios de atención están disponibles para ayudar a mejorar la calidad de vida de quienes viven con estas enfermedades y de sus familias.

Si bien aún queda mucho por hacer, el progreso en la investigación y el enfoque cada vez mayor en la prevención y el tratamiento temprano brindan razones para mantener la esperanza en la lucha contra la demencia y el Alzheimer.

 


Las claves para llegar a los 100 años con buena salud

Está comprobado que envejecer de manera saludable es posible. En las últimas décadas, la esperanza de vida de las personas ha aumentado exponencialmente, siendo la media mundial superior a 70 años. Sin embargo, esta edad varía según el país, como es el caso de España, en el que existe una esperanza de vida que sobrepasa los 80 años en los hombres, y los 85 años en las mujeres.

De hecho, la longevidad y la salud han sido temas de interés continuo para la investigación científica. Si bien no hay una fórmula definitiva para vivir 100 años con salud, varios estudios han identificado ciertos factores y hábitos que pueden contribuir a una vida más larga y saludable.

 

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Proceso de fomentar y mantener la capacidad funcional

La Organización Mundial de la Salud define envejecimiento saludable como el proceso de fomentar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez. La capacidad funcional consiste en tener los atributos que permiten a todas las personas ser y hacer lo que para ellas es importante.

Cabe destacar que la Asamblea General de las Naciones Unidas lanzó en diciembre del 2020 la Década del Envejecimiento Saludable 2021-2030 como la principal estrategia para construir una sociedad para todas las edades. Esta iniciativa mundial aúna los esfuerzos de los gobiernos, la sociedad civil, los medios y el sector privado encaminados a mejorar la vida de las personas mayores, sus familias y sus comunidades.

Es importante tener en cuenta que la genética también desempeña un papel crucial en la longevidad, pero los hábitos de estilo de vida pueden influir significativamente en la calidad y la duración de la vida. Sin embargo, la investigación sobre la longevidad es un campo en constante evolución, y los avances continuos pueden revelar más detalles sobre cómo vivir más tiempo y de manera más saludable.

¿Cómo vivir más tiempo y de manera saludable?

Un reciente estudio publicado en National Library of Medicine que se llevó a cabo durante décadas con 660 personas ha determinado que tener una mentalidad positiva y complementar con una serie de autocuidados es fundamental para alcanzar un envejecimiento saludable.

De hecho, la investigación demostró que quienes tenían una mentalidad positiva sobre el envejecimiento vivían siete años y medio más que quienes tenían una mentalidad negativa. Incluso, la investigación ha descubierto que una actitud positiva hacia el envejecimiento se asocia con una presión arterial más bajauna vida en general más larga y saludable, así como un menor riesgo de padecer demencia.

Otro reciente estudio que acaba de ser publicado en la revista Nutrients en el que se revisaron los factores que afectan a la esperanza de vida y que además, exploraron las opciones de estilo de vida que pueden permitir a algunas personas vivir mucho más allá de un siglo.

Este último estudio, que ha estado a cargo de los investigadores Eduardo J. Simoes y Luis R. Ramos, se enfoca en el resultado de tres consejos para alargar la vida y aumentar las posibilidades de extenderla por encima de los 100 años.

"Los centenarios presentan, en general, una menor carga de morbilidad y tratamiento, y un menor uso de servicios sanitarios tanto primarios como hospitalarios que los octogenarios y nonagenarios, lo que sugiere un mejor estado de salud", han señalado los autores.

Claves para alcanzar una mayor y saludable longevidad

Como resultado, la ciencia ha revelado una serie de factores y hábitos que pueden tener un impacto significativo en la duración y calidad de nuestras vidas. Desde la nutrición y el ejercicio hasta aspectos emocionales y sociales. Explorar estos factores y hábitos ofrece una visión integral sobre cómo podemos mejorar nuestra salud y bienestar para lograr una vida más larga y satisfactoria.

    Dieta saludable: Una alimentación balanceada y rica en frutas, verduras, granos enteros, proteínas magras y grasas saludables puede tener un impacto positivo en la salud a largo plazo.

    Actividad física regular: El ejercicio regular no solo fortalece el cuerpo, sino que también puede mejorar la salud cardiovascular, la densidad ósea, la función cerebral y reducir el riesgo de enfermedades crónicas.

    Mentalidad positiva y manejo del estrés: La gestión adecuada del estrés y mantener una mentalidad optimista pueden tener un efecto significativo en la salud general y en la longevidad.

    Relaciones sociales fuertes: Mantener relaciones sociales sólidas y una red de apoyo puede tener beneficios para la salud mental y emocional, así como también impactar positivamente en la longevidad.

    Sueño adecuado: Dormir lo suficiente y tener un buen patrón de sueño puede ser crucial para la salud física y mental a largo plazo.

    Evitar hábitos perjudiciales: Reducir el consumo de alcohol, no fumar y evitar el uso de drogas ilegales puede contribuir a una vida más larga y saludable.

    Acceso a la atención médica: Recibir atención médica preventiva y buscar ayuda cuando sea necesario puede ayudar a abordar problemas de salud antes de que se conviertan en problemas graves.

En resumen, priorizar una dieta equilibrada, alejándose de los alimentos procesados, es fundamental para reducir riesgos de enfermedades cardiacas, cáncer y diabetes. Complementariamente, iniciar una rutina de ejercicio gradual y sostenible mejora la salud interna. Y, por último, cultivar relaciones sociales significativas es clave para retrasar el deterioro, ya que la ausencia de conexiones puede impactar negativamente en la salud mental y física.


Interactuar y jugar con niños mejora la salud mental de las personas mayores

Un estudio señala que la conexión entre generaciones puede tener un impacto positivo en la salud mental de las personas mayores. La investigación que se llevó a cabo en Sudáfrica y que fue publicado en PLOS ONE sugiere que los programas que promueven la interacción entre adultos mayores y niños y niñas pueden brindar beneficios para la salud mental, lo cual es muy interesante y respalda la importancia de la interacción intergeneracional en el bienestar emocional.

La ansiedad y la depresión son afecciones de salud mental comunes, especialmente en la tercera edad, y pueden estar relacionadas con la soledad y el aislamiento social. La interacción con niños y niñas proporciona una vía efectiva para combatir estos sentimientos al brindar compañía, alegría y una sensación de propósito a las personas mayores.

De hecho, este estudio destaca la necesidad de promover y respaldar programas que fomenten la interacción intergeneracional, ya que pueden ser una intervención efectiva en la atención de la salud mental en las poblaciones de la tercera edad. Alentando la participación activa en tales programas, es posible ayudar a las personas mayores a mantener su bienestar emocional y, al mismo tiempo, enriquecer la vida de los niños y niñas que participan en estas interacciones.

El estudio

Para profundizar la comprensión de los beneficios potenciales de las interacciones intergeneracionales, las autoras de la investigación Elizabeth Jane Earl y Debbie Marais de la Universidad de Stellenbosch (Sudáfrica), realizaron un estudio en una residencia de ancianos. Allí los residentes podían interactuar regularmente con niños en edad preescolar. Las actividades incluían juegos, armar rompecabezas, leer o cantar con los niños. El programa está en línea con una filosofía de cuidado de ancianos llamada "Alternativa Edén", que tiene como objetivo minimizar los factores que contribuyen a la ansiedad y la depresión.

Earl y Marais se basaron en evidencias que sugiere que los programas que permiten a los adultos mayores interactuar regularmente con los niños pueden mejorar la salud mental.

Las autoras invitaron a rellenar un cuestionario en el que se evaluaban sus niveles de ansiedad y depresión y se les pedía que describieran sus experiencias con los pequeños. En el estudio participaron diez mujeres, cuatro de las cuales con ansiedad, depresión o ambas. Todas ellas interactuaron con los niños, aunque algunas más que otras. En general, todas relataron experiencias positivas.

"Las interacciones con los niños promueven un sentido de pertenencia y propósito, evocan recuerdos e influyen positivamente en el bienestar mental de las personas mayores", afirman las autoras.

Como resultado, la investigación subraya la importancia de las relaciones intergeneracionales en la promoción de la salud mental en la tercera edad y proporciona un argumento convincente a favor de la implementación de programas que fomenten estas interacciones para mejorar el bienestar emocional de las personas mayores.

La interacción intergeneracional: factores positivos

La idea de que jugar con niños puede mejorar la salud mental de las personas mayores se basa en varios factores positivos que surgen de esta interacción intergeneracional. A continuación destacamos algunos puntos clave que explican por qué esto es tan beneficioso:

Estimulación cognitiva: Jugar con niños a menudo implica actividades que desafían la mente, como resolver rompecabezas, contar, aprender nuevas reglas de juegos y mantenerse al tanto de la imaginación de los niños. Esta estimulación cognitiva puede ayudar a mantener la mente activa y ágil en las personas mayores, lo que es fundamental para prevenir el deterioro cognitivo.

Reducción del estrés: La interacción con niños puede ser relajante y divertida. Jugar, reír y compartir momentos con los más jóvenes puede reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo, lo que a su vez puede tener un impacto positivo en la salud mental de los adultos mayores.

Sentimiento de utilidad: Pasar tiempo con niños puede dar a las personas mayores un sentimiento de propósito y utilidad. Pueden sentirse valorados y apreciados por su papel en la vida de los niños, lo que a su vez aumenta su autoestima y bienestar emocional.

Conexión social: La interacción con niños también fomenta la conexión social. Puede llevar a una mayor participación en la comunidad, la interacción con otros padres y abuelos, y la creación de relaciones significativas con los propios nietos. La conexión social es fundamental para mantener la salud mental en la vejez.

Aprendizaje mutuo: La interacción intergeneracional proporciona oportunidades para el aprendizaje mutuo. Los adultos mayores pueden compartir su sabiduría y experiencia, mientras que los niños pueden aportar su entusiasmo, curiosidad y nuevas perspectivas. Esto enriquece las vidas de ambas generaciones.

Ejercicio físico: Muchas actividades de juego con niños implican movimiento físico, lo que puede ser beneficioso para la salud física de los adultos mayores. El ejercicio regular también está relacionado con la salud mental, ya que libera endorfinas que mejoran el estado de ánimo.

En resumen, interactuar y jugar con niños puede ser una experiencia enriquecedora que tiene múltiples beneficios para la salud mental de las personas mayores. Fomenta la estimulación cognitiva, la reducción del estrés, la conexión social, el sentimiento de utilidad y el ejercicio físico, lo que contribuye a una mejor calidad de vida en la vejez. Esta interacción fortalece las relaciones familiares y comunitarias, promoviendo una sensación de bienestar y felicidad en todas las edades involucradas.