Pareja haciendo ejercicio para evitar la osteoporosis

Consejos para prevenir la osteoporosis

La osteoporosis es uno de los mayores problemas de salud en los países desarrollados, y por eso es fundamental intentar prevenirlo cambiando algunos hábitos de nuestra vida.

 

¿Qué es la osteoporosis?

Consiste en una alteración de los huesos que hace que pierdan masa ósea. El hueso con osteoporosis es más frágil y por lo tanto más susceptible de sufrir lesiones (sobre todo fracturas de vértebras, costillas y cúbito).

 

¿Quién puede sufrirla?

La osteoporosis ocurre con mayor frecuencia en adultos mayores. Las mujeres tienen más probabilidades de padecerla que los hombres (sobre todo a partir de los 50 años). Esto se debe a varios factores: por un lado, las mujeres tienen menos masa ósea que los hombres, y por otro, tienden a vivir más y a absorber menos el calcio.

Es importante destacar que está considerada como una enfermedad silenciosa, porque no causa síntomas hasta que aparecen las fracturas. Por esto insistimos en que hay que cuidarse antes de que aparezcan los daños.

 

¿Cómo podemos prevenir la osteoporosis?

Es fundamental la prevención para evitar complicaciones que puedan derivar en una discapacidad . La mejor forma de hacerlo es cuidar nuestra alimentación desde la infancia y continuar con los buenos hábitos durante toda la vida. Aunque no hayas llevado una buena alimentación en los años anteriores, nunca es tarde para empezar.

 

Alimentos que ayudan a prevenir la osteoporosis

El calcio es el nutriente más importante para lograr un adecuado pico de masa ósea.

La mejor fuente de calcio que tenemos en la alimentación es la que proviene de los lácteos. Se recomienda tomar entre 2 y 4 raciones de lácteos todos los días para cubrir las necesidades de calcio.

Algunos alimentos que contienen calcio son: la leche, los yogures, el queso, las legumbres, los frutos secos, el salmón, el brócoli, las espinacas o la col.

Junto con el calcio, la Vitamina D es esencial para la formación de hueso. Su papel es ayudar a que el calcio de la dieta se absorba mejor. El pescado azul, las setas, la leche de vaca o los huevos son alimentos ricos en esta vitamina. También es importante salir a pasear, la luz solar es fuente de vitamina D (siempre con protección solar).

No nos podemos olvidar de la actividad física. Tiene numerosos efectos beneficiosos para la salud de las personas de todas las edades. Favorece el desarrollo del hueso y la formación del mismo.

Te recomendamos caminar 30 minutos cinco días a la semana, o 50 minutos tres días a la semana.

El sedentarismo, sin embargo, produce una importante pérdida de masa ósea. La actividad física también favorece la movilidad, la agilidad, incrementa la fuerza muscular y la coordinación, reduciendo las caídas, las fracturas y sus consecuencias.

Por otro lado, también es importante tener en cuenta los hábitos nocivos que debemos descartar de nuestra vida, para evitar la aparición de la osteoporosis. Debemos suprimir el alcohol y el tabaco.


Qué es la Ley de Dependencia y qué grados hay

Qué es la Ley de Dependencia y qué grados hay

Cuando hablamos de la Ley de Dependencia, lo primero que habría que aclarar es qué significa exactamente el término “dependencia”. Dependencia es un estado de pérdida de autonomía producido por distintos factores en el que se encuentran algunas personas. Estos pueden ser enfermedad, edad o alguna discapacidad.

Debido a ello, necesitan ayuda para realizar actividades básicas del día a día, como vestirse, comer o asearse. Para atender estas necesidades, surgió la Ley de Dependencia. Pero es importante aclarar que no es lo mismo dependencia que discapacidad. Son dos términos que suelen confundirse con frecuencia y tienen distintos matices. En la dependencia se necesita ayuda de una persona para realizar las actividades básicas de la vida. Sin embargo, una persona con discapacidad, no necesita de otra persona para la realización de su vida diaria, sino algún tipo de apoyo en determinadas situaciones. La discapacidad no tiene por qué implicar dependencia.

Grados de Dependencia

Dependiendo de la cantidad de apoyo que necesite una persona, podemos distinguir tres tipos de dependencia:

- Dependencia moderada o grado 1, si se tiene necesidad de apoyo para realizar varias actividades al menos una vez al día.

- Dependencia severa o grado 2, cuando se necesita ayuda varias veces al día para realizar varias actividades básicas, pero no se requiere apoyo permanente.

- Gran dependencia o grado 3, cuando se ha perdido por completo la autonomía y se necesita apoyo continuo de otra persona para realizar varias actividades diarias, varias veces al día.

Solicitud

En lo referente a la Ley de Dependencia, la solicitud se debe presentar según el modelo oficial correspondiente, por la persona que requiera la valoración o por algún familiar que le represente, junto con la documentación que requiera la Administración pública pertinente.

Documentación a aportar

Los documentos que tendrás que entregar en la mayoría de las Administraciones son los siguientes:

  • DNI
  • Certificado de empadronamiento.
  • Última declaración de la renta.
  • Informe social que realizarán los servicios sociales incluyendo antecedentes sociales, datos de convivencia, necesidades de apoyo…
  • Informe de salud que recogerá los datos médicos relacionados con la dificultad en la realización de las actividades básicas diarias.

Dependiendo de cada comunidad autónoma, es posible que pidan algún documento más.

Cómo se realiza la valoración

Para saber si una persona está en situación de dependencia, un profesional sanitario especializado en dependencia le realizará una valoración en el domicilio del solicitante. Allí valorará la capacidad de la persona para llevar a cabo por sí mismo determinadas actividades básicas de la vida diaria.

La valoración se realizará teniendo en cuenta los informes de la salud de la persona y sobre el entorno en el que viva, las ayudas técnicas y prótesis del solicitante.

 

Ayudas que se pueden solicitar según la Ley de Dependencia

Una vez hecha la valoración, se elabora un Programa Individual de Atención (PIA) en el que se establece cuál es la intervención más adecuada para la persona según las necesidades personales: un servicio o una prestación económica.

Entre los servicios de ayuda a la dependencia, podemos encontrar:

  • Los servicios de prevención de las situaciones de dependencia y los de promoción de la autonomía personal.
  • Servicio de Teleasistencia.
  • Servicio de Ayuda a domicilio:
    • Atención de las necesidades del hogar.
    • Cuidados personales.
  • Servicio de Centro de Día y de Noche:
    • Centro de Día para mayores.
    • Centro de Día para menores de 65 años.
    • Centro de Día de atención especializada.
    • Centro de Noche.
  • Servicio de Atención Residencial:
    • Residencia de personas mayores en situación de dependencia.
    • Centro de atención a personas en situación de dependencia, en razón de los distintos tipos de discapacidad.

Entre las prestaciones económicas, podemos distinguir entre:

  • Prestación económica de asistencia personal
  • Prestación económica para cuidados en el entorno familiar y apoyo a cuidadores no profesionales.

Resolución

El plazo de resolución será de un máximo de seis meses desde que se presente la solicitud. Será notificado mediante correo certificado a la persona que lo solicitó.


Niño jugando solo con posible síndrome de Asperger

Síndrome de Asperger: Mitos y controversias

Cuando en 1944 el pediatra vienés Hans Asperger escribió sobre un grupo de niños con ausencia de instinto social (que estaban concentrados en objetos y con resistencia al cambio no previsto), poco podía imaginar que su artículo permanecería ignorado y casi sin divulgación hasta principios de los años 80. La realidad fue que, al estar escrito en alemán, su trabajo fue ignorado por la comunidad científica, ya que para entonces el idioma de la ciencia era el inglés. No fue hasta 1981 cuando la psiquiatra inglesa Lorna Wing (Institute of Psychiatry) dio a conocer el trabajo del médico austriaco y se popularizó el término síndrome de Asperger.

¿En qué consistía esta misteriosa nueva categoría diagnóstica?

 

Lorna Wing (Burgoine y Wing, 1983) describió las características clínicas del síndrome de Asperger como sigue:

- Falta de empatía.

- Interacción inapropiada, ingenua o unidireccional.

- Poca o ninguna habilidad para hacer amigos.

- Conversación pedante o repetitiva.

- Pobre comunicación no verbal.

- Absorción intensa en ciertos temas.

- Movimientos poco coordinados y posturas extrañas.

La última edición del DSM-V americano simplificó los criterios diagnósticos del autismo e incluyó al síndrome de Asperger dentro una nueva categoría llamada trastorno del espectro autista.

Es interesante que, al reducir y simplificar los criterios diagnósticos, se ha producido una especie de “efecto llamada” y ha aumentado significativamente el número de personas diagnosticadas con síndrome de Asperger y autismo. De hecho, las consultas de los psiquiatras se llenaron de personas que simplemente habían tenido algún problema de relaciones interpersonales, timidez o inseguridad, pero que de ninguna manera cumplían los criterios diagnósticos o de funcionamiento para ser catalogados como Asperger. Muchos se iban decepcionados, como si el hecho de tener una etiqueta diagnóstica hubiera sido la respuesta a sus problemas de identidad y funcionamiento en la vida.

El síndrome de Asperger desde otro prisma

 

Quizás, lo más importante a la hora de intentar comprender a las personas con síndrome de Asperger es que ellos no ven el mundo como lo vemos los demás. En realidad, ellos piensan que nosotros somos extraños, y que nos comportamos de una forma incomprensible.

¿Por qué no decimos lo que pensamos? ¿Por qué nos resulta aburrido cuando alguien con síndrome de Asperger nos cuenta infinidad de detalles sobre un acontecimiento que les interesa?

El interesante concepto que aporta la teoría de la mente puede ayudar a comprender mejor cómo piensan las personas con síndrome de Asperger. (Teoría de la mente: capacidad de tener conciencia de las diferencias que existen entre el punto de vista de uno mismo y el de los demás).

Otro aspecto llamativo del interés que despierta el síndrome de Asperger, es la popularización en el cine y series televisivas de personajes que presentan características Asperger. Un ejemplo conocido es la serie de televisión ‘Big Bang Theory’. En ella Sheldon  Cooper es un físico teórico con un alto coeficiente intelectual que se caracteriza por ser rudamente sincero y no entender las normas sociales. Esto produce continuamente situaciones complicadas y en ocasiones cómicas.

¿Qué síntomas tiene el síndrome de Asperger?

 

El síndrome de Asperger puede presentar comorbilidades, en particular estados de ansiedad y trastornos depresivos. Estos problemas parecen estar asociados a las dificultades de interacción social y de funcionamiento que experimentan las personas con síndrome de Asperger.

El tratamiento para estas dificultades consiste en psicoterapia, generalmente de corte cognitivo, y en casos graves puede ser adecuado utilizar medicación.

El uso del término síndrome de Asperger puede ser de ayuda a las familias, ya que saber que se trata de una condición neurobiológica evita sentimientos de culpa que pueden estar producidos por una dinámica familiar inadecuada. También puede facilitar la búsqueda de recursos específicos para la problemática de su hijo/a.

Mirando hacia delante

 

Queremos concluir con un mensaje de optimismo con respecto al futuro. En la actualidad, existen grupos de investigación en las principales universidades del mundo dedicados a mejorar el entendimiento de lo que acontece en el cerebro de las personas con síndrome de Asperger.

Asimismo, se están desarrollando nuevas aproximaciones para mejorar la calidad de vida de estas personas para que tengan una vida plena y alcancen el máximo desarrollo de sus cualidades y potencialidades.

Los avances en las dos últimas décadas en este terreno han sido muy importantes. Es necesario continuar la lucha para evitar la discriminación que puedan sufrir las personas con síndrome de Asperger. Para alcanzar este objetivo, es necesario continuar educando al público en general, y que las organizaciones involucradas se hagan más visibles en la sociedad y medios de comunicación para facilitar la difusión del conocimiento de este síndrome.


Personas mayores haciendo ejercicio

Ejercicio físico: La mejor fórmula antiedad

Millones de personas ya han descubierto el secreto para sentirse mejor y vivir más tiempo: el ejercicio físico. Muchos de los cambios que creemos inevitablemente ligados al envejecimiento son consecuencia de la escasa actividad física. Está comprobado que el ejercicio es fundamental para el mantenimiento de la salud.

 

¿Quién dijo que no existe una “fuente de la juventud”?

 

Todos los expertos y organismos internacionales lo recomiendan; no obstante, a veces parece que sólo es beneficioso para algunas personas o grupos poblacionales, mientras que pasa desapercibido para otros colectivos como las personas mayores. De hecho, dos terceras partes de los mayores de 60 años en nuestro país no practican actividad física regular o son prácticamente sedentarios. Y esto puede degenerar en algún tipo de discapacidad.

 

Buenas razones para hacer ejercicio físico

 

Hay dos buenos motivos que nos deberían animar a realizar ejercicio físico de modo regular a partir de los 60 años. En primer lugar, porque el ejercicio físico es un pilar básico en la prevención de muchas enfermedades; y en segundo lugar, porque juega un papel fundamental para evitar el deterioro funcional. Estas dos razones son las causas más importantes de discapacidad en los mayores.

 

La actividad física previene la hipertensión arterial, la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, la osteoporosis y las caídas, y el estreñimiento. Además, es obvio que mejora la imagen corporal y favorece la socialización. Ayuda, así mismo, a combatir adicciones como el tabaquismo y, aunque aparentemente no estén relacionadas, también previene la depresión, la ansiedad, el insomnio y el desarrollo y progresión de las demencias y otras discapacidades.

 

Diversos estudios han probado que personas de entre 60-70 años que participaron en un programa de cuatro meses de entrenamiento para el desarrollo de la fuerza y masa muscular, recuperaron la capacidad funcional de veinte años atrás, es decir, que finalizado el programa se encontraban igual de saludables que compañeros suyos que empezaron el mismo programa de entrenamiento con 40 años (Mikel Izquierdo, Catedrático de la Universidad de Navarra, experto en el ámbito de la Fisioterapia y Biomecánica de la Actividad Física).

La relación causal entre la práctica de ejercicio y la sensación de bienestar se basa en que la actividad física estimula por un lado la liberación neuronal de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, y por otro la producción hipofisaria e hipotalámica de endorfinas, unas hormonas que actúan a nivel de todo el organismo produciendo una sensación euforizante y de optimismo equiparable al estado de enamoramiento.

Yo ya no estoy para estos trotes…

 

La edad nunca será una contraindicación para practicar ejercicio físico, pero siempre ha de llevarse a cabo bajo una prescripción médica, sobre todo en caso de padecer enfermedades crónicas. Los ejercicios más útiles a realizar son aquellos que trabajan la resistencia y el equilibrio con una frecuencia de dos o tres días por semana. Para ello, son muchas las posibilidades: desde un simple paseo por parques y calles hasta cualquier actividad deportiva aeróbica moderada como la bicicleta o la natación, siempre que se adapte a nuestra forma física, capacidades y condiciones médicas.

 

Pasear, el ejercicio físico más sencillo

 

Pasear es un deporte sencillo, agradable y completo. Cualquier excusa es buena para practicarlo (idealmente en buena compañía). Además, la exposición moderada al sol ayuda a prevenir la osteoporosis gracias al aumento de niveles de vitamina D. Se recomienda caminar de treinta minutos a una hora diariamente a buen ritmo y sin detenerse. El inicio debe ser suave y la intensidad del esfuerzo, creciente.

 

Es deseable usar ropa cómoda y calzado cerrado y plano con buena sujeción (con cordones o velcro). Se aconseja esperar un par de horas después de comer y evitar las horas de más calor, sin olvidar nunca la importancia de una buena hidratación.


Niños que pueden tener una distinta inteligencia emocional.

Inteligencia emocional: Qué es y cómo desarrollarla

Desde la Antigüedad, siempre se han observado las emociones como irracionales, impulsivas e impredecibles; por lo tanto, inútiles al pensamiento. Por ello, el estudio de éstas en muchas ocasiones ha quedado relegado, suponiendo que la expresión de las emociones representaba debilidad y no contribuía al desempeño personal. Siempre se ha pensado que el factor más importante para el desempeño personal y que predispone al éxito en la vida es la capacidad de razonamiento y el cociente intelectual de cada persona. Pero no fue hasta los años 60 cuando el psicólogo Walter Mischel identificó que la capacidad de autocontrol y gestión emocional suponía un buen predictor del éxito en la vida. Entonces brotó el germen del término "inteligencia emocional".

La influencia de Mischel y la gestión emocional

Mischel ideó un experimento, el llamado "test de la golosina", en el que evaluaba el autocontrol que tenían los niños. Este experimento consistía en valorar la capacidad de espera de los niños para recibir una recompensa. Se les ofrecía la posibilidad de obtener una golosina de forma inmediata o la posibilidad de obtener dos golosinas si eran capaces de esperar a que volviera el examinador. Los niños debían resistir la tentación y hacer una buena gestión del control de sus emociones para poder esperar de forma efectiva y obtener una mejor recompensa.

Años más tarde, Mischel y su equipo volvieron a evaluar a aquellos niños que habían participado en el estudio. Se dieron cuenta de  que aquellos que habían sido capaces de esperar durante más tiempo, tenían mejores competencias de adaptación que aquellos que no habían resistido la tentación. Observaron que mostraban mayor capacidad para gestionar situaciones de estrés, tenían mayor confianza en sí mismos, regulaban mejor sus propias emociones, alcanzaban sus metas con más eficacia y funcionaban mejor socialmente.

Esta capacidad, el autocontrol, supone un mecanismo básico de la inteligencia emocional y parece ser esencial para una adecuada adaptación a nuestro entorno. Hoy en día, se sabe que son factores que explican en mejor medida que el cociente intelectual, nuestra capacidad para desenvolvernos en el día a día y alcanzar el éxito a nivel personal, social y académico.

¿Se puede desarrollar la inteligencia emocional?

La inteligencia emocional es la capacidad que tenemos para percibir nuestras propias emociones y las de los demás, distinguirlas y utilizar esta información para guiar nuestro pensamiento y nuestra conducta.

La inteligencia emocional comprende cuatro habilidades básicas jerarquizadas por el nivel de competencia que requieren:

  1. La habilidad para percibir, identificar y expresar las emociones. Esta capacidad es el nivel más básico de inteligencia emocional y tiene una función adaptativa, ya que permite discriminar situaciones hostiles de aquellas que son más amigables.
  2. La capacidad para integrar las emociones en nuestro pensamiento y acciones.
  3. La comprensión de las emociones y cómo éstas se relacionan unas con otras.
  4. La regulación de las propias emociones para llevar a cabo conductas efectivas y adaptativas. Este proceso requiere comprender y manejar las emociones para orientar nuestro funcionamiento, obtener nuevas perspectivas y mejorar en la solución de problemas y creatividad.

Para qué sirve la inteligencia emocional

Esta capacidad de identificar, comprender y manejar las emociones predice nuestra adaptación al medio, mejora nuestro sentimiento de satisfacción vital, nuestra percepción subjetiva de la felicidad y está relacionada con una mejor competencia social y personal. Por ello, su desarrollo ha tomado tanto interés en los últimas décadas.

En las escuelas, desde hace algunos años ha adquirido especial relevancia la formación emocional, incluyéndola dentro de la programación curricular para fomentar el conocimiento de las propias emociones y desarrollar una adecuada capacidad de gestión emocional en la infancia y adolescencia.

En la etapa adulta, también se puede seguir desarrollando esta competencia. Las intervenciones que han demostrado más evidencias son aquellos programas basados en estrategias psicoeducativas y aplicación de terapias cognitivas conductuales.


La autonomía personal desde el enfoque ViveLibre

La autonomía personal desde el enfoque ViveLibre

Vivimos rodeados de publicidad. Cuando navegamos por internet, cuando vemos la televisión o simplemente cuando caminamos por la calle, recibimos a diario cientos de impactos publicitarios que, al final, nos parecen todos iguales: llenos de tópicos y, en la gran mayoría de casos, irreales.Uno de ellos es el de la autonomía personal en el sector de la teleasistencia. Todos prometen que mejorará tu autonomía personal pero, ¿significa esto únicamente que serás más autónomo?

La realidad es que es un concepto que tiene más importancia de la que parece. La autonomía personal es uno de los derechos fundamentales para una persona, es el derecho a decidir. Decidir sobre cómo se quiere vivir y de qué manera disponer de los servicios que la sociedad pone a nuestro alcance.

Hoy en día no se entiende el funcionamiento de la persona sin el derecho a decidir acerca de cómo vivir y, «por tanto», el derecho a utilizar y disfrutar de aquello que la sociedad pone a su alcance. Y esto aplica a cualquier persona, con independencia de sus capacidades.

Derecho a decidir y autonomía personal

En este sentido, ante cualquier pérdida de autonomía, seguimos queriendo decidir qué apoyos o ayudas queremos utilizar y cómo utilizarlas. Y ante una falta de autonomía para poder decidir, nos asiste el derecho a que nos ayuden o apoyen conforme a los valores y preferencias mostrados a lo largo de nuestra vida. Hay que saber escuchar a la persona para poder entender cuáles son sus necesidades, sus capacidades y cuál es su situación personal.

Cada vez se hacen más necesarias las soluciones individualizadas y creadas expresamente atendiendo a las capacidades y necesidades de cada persona; soluciones que nos permitan desarrollar nuestro proyecto de vida donde queramos, con quien queramos y de la manera elegida. Por tanto, los apoyos que presta un servicio que pretende promover la autonomía deben estar perfectamente integrados y coordinados con este proyecto de vida y el plan para llevarlo a cabo.

Para lograrlo, el primer paso es siempre “escuchar” a la persona para comprender sus necesidades. Se necesita conocer quién es, cómo es su funcionamiento, cómo es el entorno en el que desarrolla su vida, cuáles son sus apoyos naturales, qué ayuda le brindan estos apoyos y de qué manera, cuáles son sus deseos, prioridades y valores. Con todo esto, se podrá empezar a componer “la solución” para promover SU autonomía personal.

La metodología de ViveLibre

La metodología de ViveLibre se basa precisamente en esto. El usuario es el que tiene el papel principal en la creación de sus apoyos. ViveLibre configura una solución personalizada que se adapte a sus circunstancias y que le apoye de la forma que él considere necesaria para poder conseguir una mayor autonomía personal.

Habrá personas que necesiten que les recordemos la toma de sus tratamientos médicos. Sin embargo, habrá otras personas que lo que necesiten sea que, en un momento dado, nuestros profesionales puedan ayudarles a volver a casa si se despistan en la calle o si les surge algún imprevisto. Como ejemplo de la experiencia ViveLibre, existen varias historias reales.

Como conclusión, podemos decir que cada individuo vive su autonomía personal de forma diferente y necesita apoyos adaptados a sus circunstancias y necesidades. Y para que una solución sea eficaz, tiene que estar basada en las preferencias de cada usuario.


Qué hacer ante una enfermedad neurodegenerativa

Qué hacer ante una enfermedad neurodegenerativa

De repente, un día te levantas y te encuentras más torpe. Lentamente comienzas con síntomas extraños: te encuentras inestable, olvidadizo, con dificultad para hacer cosas que antes podías hacer con los ojos cerrados y ahora te cuesta mucho esfuerzo poder completarlas. Pueden ser señales de que tienes una enfermedad neurodegenerativa.

Al principio no le das importancia, “es lo normal, será la edad”. Pero esos síntomas persisten y no sólo no acaban de mejorar, sino que cada vez los vas notando más. Por ello, te decides a contárselo a tu médico de cabecera. Y el médico, después de valorarte, te remite al neurólogo “por si acaso, que esto hay que verlo bien”. Con lo cual, tu agobio aumenta al pensar que puede haber “algo grave” bajo todos esos síntomas.

Después de varias semanas de espera para la cita del especialista y de no notar mejoría en los síntomas, por fin llega el día de la consulta. Después de un interrogatorio exhaustivo y una exploración completa, el neurólogo confirma tus peores sospechas: “A falta de alguna prueba, todo apunta a una enfermedad neurodegenerativa”. Entonces el mundo se te viene encima, y apenas preguntas nada porque se te ha quedado la mente bloqueada. Llegas a casa y no sabes qué hacer: “¿Por qué a mí? ¿Habrá algún tratamiento? ¿Cuál va a ser la evolución? ¿Se lo cuento a la familia?”

 

Qué es una enfermedad neurodegenerativa

Las enfermedades neurodegenerativas son un conjunto de diversas patologías que causan la pérdida progresiva de neuronas, habitualmente por causas desconocidas. Esta pérdida progresiva de neuronas es la causante de los síntomas de la enfermedad, según las zonas del sistema nervioso donde se produzca dicha afectación. Por ello, puede producirse una alteración de la marcha, temblor, debilidad, limitación de la movilidad, demencia... Estas enfermedades son muy variables, con distinta rapidez de evolución. Sus síntomas iniciales suelen ser muy inespecíficos hasta que progresivamente van evolucionando y comienzan a causar sintomatología más específica y propia de cada enfermedad.

Estas enfermedades incluyen, entre otras, a la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson, la esclerosis múltiple, diversas enfermedades neuromusculares como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), las atrofias musculares espinales o la enfermedad de Huntington.

Consecuencias de estas enfermedades

Causan un gran impacto emocional a la hora del diagnóstico, tanto en el paciente como en su familia. Esto se debe a que se trata de enfermedades crónicas e incurables que van avanzando a lo largo del tiempo y producen un empeoramiento progresivo. Conllevan una pérdida de autonomía personal del paciente, produciendo una gran dependencia, afectando fundamentalmente a  su calidad de vida y aumentando su necesidad de recursos médicos y sociales a lo largo de su evolución.

Poco a poco hay que ir asumiendo el diagnóstico, y entonces es cuando uno se plantea: “¿Y ahora qué puedo hacer para estar mejor?”

 

Cómo enfrentarte a la enfermedad

La respuesta a esta pregunta no es fácil. Se pueden hacer muchas cosas para intentar mejorar la sintomatología y retrasar el avance de la enfermedad, pero es de vital importancia hacerlo de forma personalizada. Cada paciente va a tener unas necesidades determinadas en función de la evolución de su enfermedad, sus circunstancias personales y familiares, la existencia de otras enfermedades, así como su situación basal previa. Para ello, es fundamental contar con un equipo multidisciplinar que pueda orientar al paciente.

Las intervenciones de todos los profesionales irán encaminadas a mejorar los síntomas del paciente, retrasar la evolución de la enfermedad en la medida de lo posible y mejorar su calidad de vida, todo ello mediante un seguimiento estrecho para poder ir ajustando los tratamientos a las necesidades del paciente en cada momento.

Como ya hemos mencionado, es fundamental la forma de afrontar la enfermedad. Si bien es cierto que son enfermedades crónicas e incurables, hay muchos ejercicios tanto a nivel físico como de estimulación cognitiva que contribuyen en gran medida a minimizar o retrasar la aparición de la discapacidad. Estos ejercicios, junto con los tratamientos farmacológicos, pueden mejorar la sintomatología de la enfermedad para aprender a convivir con la discapacidad.


Persona durmiendo que podría tener problemas de sueño

Problemas de sueño: consecuencias e importancia

Problemas de sueño: consecuencias e importancia

Se estima que más de la mitad de la población sufre algún problema con el sueño. Aunque sea de manera intermitente, una de cada cinco personas sufre de problemas crónicos de sueño, siendo las alteraciones del sueño una de las quejas más frecuentes que reciben los médicos.

Pero, ¿sabemos lo que es el sueño? ¿Cuáles son las consecuencias de no dormir adecuadamente. Para ser un comportamiento que consume un tercio de nuestras vidas (alrededor de 25 años en la vida promedio), la mayoría de nosotros sabemos poco sobre él.

 

¿Qué es el sueño? 

 

El sueño es un proceso biológico complejo y altamente regulado. Cuando dormimos, nos encontramos en un estado de inconsciencia en el que las funciones del cerebro y el cuerpo siguen activas.

El sueño se organiza en intervalos cíclicos, de aproximadamente 90 minutos de sueño REM y no REM. Nos dormimos entrando en un sueño no REM, el cual consta de cuatro etapas. Durante este intervalo, la actividad neuronal es escasa, y el metabolismo y la temperatura cerebral están en sus mínimos. La persona dormida pasa después al sueño REM, que es una forma activa de sueño. Casi todo el tono muscular esquelético desaparece y se producen los característicos movimientos oculares rápidos, que dan nombre a esta fase (Rapid Eye Movement). Los seres humanos podemos soñar en ambas fases, aunque las características de estos sueños son diferentes.

 

Importancia del sueño 

 

Dormimos porque tenemos sueño, de igual manera que comemos cuando tenemos hambre, o bebemos cuando tenemos sed. Pero no dormimos con el único propósito de aliviar la somnolencia. De manera intuitiva, todos pensamos que el dormir resulta reparador para el cuerpo, pero no acabamos de comprender cuáles son los procesos que están siendo reparados. Se han repuesto diferentes funciones como: la restauración del balance de iones, la limpieza de productos de desecho de las reacciones bioquímicas, la conservación de la energía, la termorregulación o la ordenación de recuerdos y consolidación de la memoria.

 

El sueño es necesario para mantener un correcto estado de salud físico y mental 

 

Cada vez hay más evidencia de que la deficiencia de sueño puede causar intolerancia a la glucosa y contribuir al desarrollo de la diabetes, obesidad y síndrome metabólico. Además puede alterar respuestas inmunitarias, acelerar la aterosclerosis y aumentar el riesgo de enfermedad cardiaca y apoplejía. En ese sentido, un estudio reciente del prestigioso cardiólogo español Valentín Fuster demostró que aquellas personas que dormían menos de seis horas al día tenían hasta un 34 % más de riesgo cardiovascular.

Con estos datos, no resulta extraño que la Academia Nacional de Medicina estadounidense declarase la deficiencia y los trastornos del sueño como un “problema de salud pública no resuelto”.

 

Consecuencias de las alteraciones del sueño 

 

Las alteraciones del sueño pueden no sólo influir en la salud mental y los procesos neurales, sino que pueden ser un importante factor predictor de numerosas patologías neurodegenerativas, como el Alzhéimer o el Párkinson. Se ha demostrado un mayor riesgo de demencias en personas con trastornos del sueño que en el resto de la población. Concretamente el insomnio aumenta el riesgo de Alzhéimer. Asimismo, existe una estrecha relación entre los problemas de sueño y los problemas del neurodesarrollo como el TDAH y TEA. En esta línea de trabajo, desde el equipo clínico de ATAM se está desarrollando un estudio observacional con el objeto de profundizar en la relación entre los problemas del neurodesarrollo y el sueño en niños.

La monitorización del sueño y el “yo cuantificado” han cobrado gran interés durante los últimos años en la población. Como consecuencia, han proliferado numerosos fabricantes de dispositivos wearables para la monitorización continua de varias variables de salud, incluido el sueño. Estos dispositivos proporcionan una información interesante al usuario final. Pero su verdadero potencial permanece aún sin explotar, en parte por la falta de integración de estos sistemas de manera correcta y fiable. Sin embargo, si fuésemos capaces de integrar toda la información proveniente de diferentes sensores en el hogar, con la medición continua de variables de salud, a través las técnicas de análisis avanzado de datos y big data, se podría no sólo detectar el sueño de las personas de manera más precisa, sino relacionarlo con su estado de salud y predecir con antelación situaciones de deterioro cognitivo, fragilidad o riesgo de dependencia.


Adolescencia: la segunda oportunidad del cerebro

Adolescencia: la segunda oportunidad del cerebro

La adolescencia es un periodo de grandes cambios en el que se persigue el desarrollo de la independencia y la autonomía. Se busca ser libres de la restricción parental para lograr ser el gestor de la propia vida, con el objetivo final de ser un adulto independiente.

Este periodo viene acompañado de múltiples modificaciones a nivel cerebral que explican la conducta errática, imprudente y arriesgada típica del adolescente. Los cambios cerebrales que acontecen durante esta etapa se asemejan al proceso de organización cerebral que sucede durante los tres primeros años de vida, y permiten el desarrollo y emergencia de habilidades que son necesarias para formarse como un adulto autónomo.

“La comprensión del proceso evolutivo en el que se encuentra inmerso el cerebro adolescente nos ayudará a entender y manejar las conductas de riesgo para reconducirlas hacia oportunidades de desarrollo y aprendizaje”.

Durante la adolescencia suceden principalmente dos cambios en el cerebro:

  1. Se produce una mejor conectividad cerebral. Las neuronas se recubren de mielina, dotando al cerebro de una mayor velocidad en la transmisión de los impulsos nerviosos, que se propagan hasta 100 veces más rápido que en las neuronas no mielinizadas. A su vez, permiten una recuperación más rápida tras cada “disparo”, preparándolas antes para lanzar un nuevo mensaje. Esta combinación de una mayor velocidad de transmisión junto con una recuperación más temprana provoca un aumento del ancho de banda del cerebro de hasta 3.000 veces, si comparamos la capacidad de un cerebro infantil con la de un cerebro adulto.
  2. Por otro lado, se produce una especialización de las conexiones sinápticas existentes. El cerebro sufre un proceso de “esculpido” en el que las conexiones que no son utilizadas o aquellas que no son adaptativas, se eliminan. Este proceso sucede durante toda la vida, pero es en la adolescencia cuando se abre un periodo crítico para esta especialización, que atiende a las demandas que surgen del entorno. Las experiencias que se viven durante este periodo darán lugar a la red de conexiones neuronales, más estables, que tendremos como adultos.

“Lo que determina las conductas de riesgo entre adolescentes es el desequilibro que sucede entre el desarrollo de las funciones ejecutivas y la conducta emocional”.

La maduración cerebral sucede de forma asíncrona en las diferentes áreas cerebrales, desarrollándose primero las áreas motoras y sensitivas y en último lugar las áreas prefrontales, de las que depende el funcionamiento ejecutivo. Este implica habilidades tales como el autocontrol, la organización, la planificación y la toma de decisiones. Esto no significa que los adolescentes carezcan de estas competencias, sino que todavía no están desarrolladas en todo su potencial.

A diferencia del lóbulo prefrontal, el sistema límbico -encargado de la regulación emocional- comienza su desarrollo en la pubertad temprana, mientras que el desarrollo del lóbulo prefrontal no termina de desarrollarse hasta aproximadamente el final de la década de los 20, nada menos que sobre los 30 años. Lo que determina las conductas de riesgo entre adolescentes no es el desarrollo tardío de las funciones ejecutivas o el comienzo temprano de la conducta emocional, sino el desequilibro que sucede entre el desarrollo de ambas. Esto da lugar a una descompensación entre la conducta emocional y el autocontrol. Por este motivo los adolescentes tienden a involucrarse en mayor medida en conductas de riesgo que los niños o los adultos.

“La adolescencia es un periodo particularmente vulnerable para los trastornos de ansiedad, trastorno bipolar, psicosis, depresión y trastornos de la alimentación”.

Estas conductas más arriesgadas tienen como objetivo salir de la zona de confort y de la seguridad de sus familias para explorar nuevos entornos y buscar nuevas relaciones sociales que les permitan desarrollar su autonomía y autodeterminación. A su vez, este desequilibrio les expone a llevar a cabo conductas más arriesgadas, como involucrarse en el uso de drogas, conducir de forma temeraria o embarazos no deseados.

Debido a estos cambios que suceden durante el desarrollo del cerebro adolescente, esta etapa se convierte en un periodo particularmente vulnerable para el comienzo de diferentes tipos de enfermedades mentales, como trastornos de ansiedad, trastorno bipolar, psicosis, depresión o trastornos de la alimentación. El 50% de las enfermedades mentales emergen sobre los 14 años y el 75% comienza antes de los 24.

En definitiva, este periodo de desarrollo supone una época vulnerable, y a su vez una oportunidad de desarrollo para la adquisición de habilidades útiles para la vida adulta. La comprensión del cerebro adolescente y del proceso evolutivo en el que se encuentra inmerso nos ayudará a entender y manejar mejor las conductas de riesgo, para reconducirlas hacia oportunidades de desarrollo y aprendizaje.

En situaciones de discapacidad intelectual, la adquisición y desarrollo de la autonomía y la autodeterminación suceden en un contexto complejo, donde la discordancia entre el desarrollo del autocontrol y de las emociones es todavía más vulnerable. En este sentido, uno de los principales problemas que afrontan los adolescentes para el desarrollo de su autodeterminación son las escasas oportunidades que pueden encontrar en la vida cotidiana que impliquen un entrenamiento de estas habilidades.

“Las familias suelen encontrar muchas dificultades para apoyar a sus hijos con discapacidad durante la adolescencia”.

En este contexto de vulnerabilidad ante las conductas de riesgo, las familias suelen encontrar muchas dificultades para apoyar en esta área a sus hijos con discapacidad. Sin embargo, la adolescencia es un periodo de oportunidad en el que es fundamental el desarrollo de habilidades que promuevan la conducta autodeterminada. Se debe trabajar en este proceso de cambio desde el paradigma de la protección hacia el paradigma de la autodeterminación, procurando oportunidades suficientes que les permitan el paso hacia una mayor autodeterminación.

Comprender el proceso de transición por el que pasan nuestros hijos en esta etapa, las necesidades que tienen y las oportunidades de desarrollo que se presentan, nos abre un camino para comprenderles mejor. De este modo podremos orientar su desarrollo hacia la experimentación de situaciones que resulten en un impacto positivo en su evolución personal hacia la madurez independiente.

 


Imponer, poner, proponer

Imponer, poner, proponer: la hipertensión

Supongo que no hay médico ni estudiante de medicina que no sea consciente de la influencia de la hipertensión como factor de riesgo para el desarrollo de una patología cardiovascular.

Bien, pues de acuerdo con los datos de la Sociedad Europea de Hipertensión y la Sociedad Europea de Cardiología, para empezar, un alto porcentaje de pacientes hipertensos no saben que lo son; o si lo saben, no reciben tratamiento; y si lo reciben, rara vez alcanzan los objetivos de tensión arterial. Lo más inquietante es que se sabe que en estudios clínicos el tratamiento logra el control de las cifras en la mayoría de los casos. En otras palabras: la brecha entre el potencial del tratamiento y la práctica clínica es abismal. El problema existe, la solución existe, pero no se aplica. ¿Por qué?

En la última guía confeccionada por ESH y ESC para el manejo de la hipertensión se apuntan las tres causas principales de este problema: la inercia médica, la falta de adherencia al tratamiento del paciente, y por último, las deficiencias de los sistemas de salud en sus estrategias de manejo de enfermedades crónicas.

Durante años ha habido iniciativas de todo tipo para trabajar en estos tres ámbitos. Ahora, además, podemos contar con un elemento nuevo; algo que hace que la situación esté cambiando, y que es imparable: los avances tecnológicos, que ofrecen nuevas posibilidades con las que antes no contábamos.

Tal como mencionan Brutti y Roger, parece que los grandes progresos tecnológicos de la medicina del siglo XX devaluaron la importancia de la relación-médico paciente. Paradójicamente es la propia tecnología la que ahora nos puede ayudar a superar los esquemas paternalistas en los que el paciente no tenía ni voz ni voto y el médico se basaba únicamente en la información obtenida por sus sofisticados aparatos. ¿Por qué? Porque ahora, algunos de esos aparatos están en manos de los pacientes.

Cada vez hay más indicadores de que estamos entrando en la época de la medicina de precisión y las “cuatro P” (Predictiva, Preventiva, Personalizada, Participativa) que tantos años lleva anticipándose. Hace 20 años, casi nadie tenía un aparato para tomarse la tensión en casa. Ahora mucha gente lo tiene. Estos y otros dispositivos de monitorización domiciliaria juegan un papel fundamental para mejorar la calidad de vida de las personas; y cada vez será más frecuente verlos en los domicilios, hasta convertirse en un objeto tan común como un termómetro.

Aunque sólo sea con carácter complementario, la supervisión a distancia de constantes como la tensión, la frecuencia cardiaca, la saturación de oxígeno o la glucemia, trasladando los resultados a una plataforma online como ViveLibre, sin que el paciente tenga que desplazarse, no sólo hará más cómoda esa supervisión sino también mejorará las estrategias de manejo por parte de los sistemas de salud. Este hito facilitará la toma de conciencia de los problemas y el cambio de actitudes con mayor antelación.

¿Y ahora qué hacemos: imponemos un tratamiento, lo ponemos, o lo proponemos? Me viene a la cabeza una mujer con cifras tensionales reiteradamente mal controladas que atribuía a diferentes causas externas (un problema con la casa; la operación del marido…). Fue la monitorización continua que llevamos a cabo en uno de los primeros pilotos de ViveLibre Salud la que le permitió caer en la cuenta de que algo iba mal, y la que le llevó en un momento dado tanto a pedir consejo a su médico, como a cambiar hábitos para combatir la hipertensión.

Una de las grandes ventajas de este sistema es que es el propio usuario quien se toma las medidas en la comodidad de su domicilio. A partir de ahí es más fácil contar con su implicación y motivación, elementos clave para alcanzar objetivos de salud más fácilmente. Todo paciente tiene sus preferencias y su propia velocidad de toma de conciencia de los problemas. Los pactos entre pacientes más informados a los que se les reconocen sus valores, y médicos más informados y respetuosos con las diferencias de los pacientes, minarán las inercias mencionadas anteriormente, facilitando la adherencia de los pacientes a los tratamientos y previsiblemente estimulando sus iniciativas de autocuidado. O lo que es lo mismo, ayudando a recorrer el camino que lleva de imponer a proponer.