Natación adaptada: a veces ganar no es llegar el primero
El aforamiento se fue silenciando poco a poco cuando el juez principal dio el primer aviso de la salida. Sonó el segundo silbido y los nadadores fuimos subiendo al trampolín. La tensión de no fallar en la salida fue en aumento, solo quedaba la famosa palabra “preparados” y el tercer silbido que daría el inicio a la carrera. Mi última carrera, pero los nervios eran como los del primer día. Se oyó el “piiiip”, y todo empezó y terminó. Era el año 2010 y con ella se cerraba una etapa de mi vida de más de diez años en competición con grandes momentos. De grandes sueños y de algunas decepciones. Hoy ya han pasado casi seis años, pero lo que me ha dado la natación adaptada no me lo podrá quitar nadie.
La mayoría de las personas conocen los beneficios de la natación para nuestro cuerpo y conocen a los grandes atletas actuales; nombres como son Michael Phelps, Ian Thorpe o Ryan Lochte en categoría masculina, y Katie Ledecky, Missy Franklin y, cómo no, Mireia Belmonte en categoría femenina.
La natación adaptada se declaró paralímpica en Roma en el año 1960, fueron los primeros juegos en celebrarse de estas características. Hay que hacer mención expresa del equipo español por su enorme potencial competitivo en este deporte durante estos últimos años. Todo gracias a grandes deportistas de la talla de Teresa Perales, Esther Morales, Sarai Gascón, Enhamed Enhamed, Miguel Luque, Julia Castelló, Carla Casals, David Levecq, Xavi Torres, entre muchos otros.
Pero me pregunto, ¿se conoce la natación adaptada? ¿Se tiene conciencia de todo lo que hay detrás de todos estos magníficos atletas de nuestra natación? Me atrevería a decir que no.
La mayoría de personas no están familiarizadas con el deporte adaptado, y desconocen las diferencias que se implementan para garantizar esta adaptación. En concreto en la natación adaptada las normas son diferentes. Se practican cuatro estilos: el libre, la espalda, la braza y la mariposa. Otra de las peculiaridades es que los deportistas pueden salir desde tres posiciones distintas: de pie sobre el trampolín, sentado en el trampolín y directamente de dentro del agua.
Otra característica importante es la clasificación de los nadadores. Al ser un deporte que pueden practicar todas las personas con algún tipo de discapacidad, los nadadores son clasificados en función de cómo afecta su discapacidad a la hora de practicar cada estilo. Y la última, pero quizás la más destacable de las diferencias entre la natación adaptada y la natación normalizada, es todo lo que te aporta.
No es fácil nacer en este mundo con algún tipo de discapacidad y seguramente la peor etapa de la vida que uno puede tener en esas circunstancias es la de la infancia, ya que a veces puede resultar difícil hacer comprender a otros niños que todos somos diferentes.
La natación me ha dado la oportunidad de aprender desde muy pequeño el significado de valores como el compañerismo, el esfuerzo o el sacrificio. Comprobar como todos los nadadores puede superarse día a día a pesar de sus grandes limitaciones, permite darse cuenta de cómo su voluntad y motivación les lleva a lograr lo que se proponen. Es inexplicable la sensación de ver a compañeros sin brazos ni piernas, nadar, superar sus marcas y conseguir las necesarias para el siguiente campeonato. O ver a personas con una parálisis cerebral muy severa superarse en cada carrera, con todo el esfuerzo que supone para ellas una simple brazada.
Estoy muy orgulloso de haber participado en este deporte, de haber conocido y formado parte de un equipo con gente de la talla de Esther Morales y Jaume Monasterio; de haber tenido grandes entrenadoras como Rosó y Montse y de haber coincidido durante todos estos años con algunos de los grandes nadadores que he mencionado entre muchos otros (no quiero olvidar a nadie).
Aquel año mi vida tomó otro rumbo: centrarme en los estudios en la Universidad. Pero de todos ellos y de cada competición me llevé una cosa nueva a casa. Seré siempre un hincha de este deporte. Y hoy ya estoy ansioso por poder animar a algunos de mis antiguos contrincantes y compañeros en los próximos juegos paralímpicos de Río. La natación es un deporte aparentemente individual y solitario, pero en estas circunstancias, se convierte en un deporte colectivo.
Es verdad que en el momento en que suena el tercer silbido del árbitro, todos queremos ganar y ser los primeros en tocar la pared. Pero fuera, y algunas veces dentro de la piscina, estos detalles se olvidan y vemos que todos somos un grupo.
A veces ganar no es llegar el primero, a veces ganar es ser lo que somos.
¿Cómo fomentar la autonomía de las personas con discapacidad intelectual?
Las personas con discapacidad intelectual son personas con capacidades, necesidades, preferencias y gustos particulares. Exactamente igual que cualquier otra persona. Quieren cosas diferentes en sus vidas y necesitan también apoyos diferentes.
Hablamos de diversidad y por supuesto, de autodeterminación. Tienen que “hablar por sí mismos”, “elegir y tomar decisiones respecto a la calidad de vida propia” y “participar y contribuir a la comunidad”.
En ViveLibre sabemos que el camino para reconocer y garantizar la autodeterminación de las personas con discapacidad intelectual pasa por valorar y apoyar su autonomía personal.
Por eso ViveLibre es un apoyo para la superación de las dificultades que puedan encontrarse en su día a día: les aporta tranquilidad y confianza, claves para que impulsen su propia autonomía.
ViveLibre ha permitido, en el caso de algunos de los usuarios con discapacidad cognitiva, poder ir y volver solos a su puesto de trabajo. Esto ha generado un aumento de su autoestima, y también una mayor tranquilidad para sus familiares. Como consecuencia, ha mejorado la relación entre ellos.
Desde su teléfono móvil y en cualquier momento, pueden comunicarse con una Unidad de Apoyo, que les conoce, comprende sus necesidades y les ayuda a resolver la situación.
Tampoco es un obstáculo enfrentarse a situaciones imprevistas: un corte en la línea de metro, un autobús que cambia su recorrido, etc. En cualquier situación ViveLibre les responde al momento y proporciona la ayuda de acuerdo a sus preferencias y necesidades.
Siempre desde la intimidad, ellos saben que la aplicación ViveLibre integrada en su móvil personal, es la fuente de un apoyo que les permite sentirse conectados, seguros y autónomos.
Las personas significativas de su entorno cercano, familiares, amigos y profesionales, también son una pieza clave en el desarrollo de su autonomía personal. En ViveLibre sabemos que, garantizando la tranquilidad de estas personas, promovemos que su entorno cercano facilite su autonomía.
"Desorientarse en un itinerario nuevo ya no supone una barrera insalvable porque los profesionales de la Unidad de Apoyo pueden localizarles y orientarles a su destino".
Pero vamos más allá al extender el apoyo de ViveLibre a los que son un referente en la vida de las personas con discapacidad intelectual. ViveLibre comprende también sus necesidades y les garantiza conocimiento clave para su tranquilidad. Bien con la aplicación ViveLibre familiar, integrada en el propio móvil personal, que les proporciona información en tiempo real, o informados directamente desde la Unidad de Apoyo.
Uno de los valores más apreciados por nuestros usuarios es la discreción. ViveLibre se lleva en el móvil y nadie tiene por qué saberlo. Los recordatorios y avisos que realizamos se adaptan a las preferencias y circunstancias de la persona. Un mensaje, cuando está en horario laboral o en el colegio, es muchas veces suficiente para recordar una medicina o una cita médica.
La participación social es otro aspecto importante que familiares y profesionales trabajan a diario con las personas con discapacidad intelectual. En este aspecto ViveLibre se convierte en un gran aliado, recordando los encuentros, facilitando los desplazamientos -si hay desorientación- y dotando de seguridad a la familia mientras están fuera.
Conocimiento, tranquilidad y respiro son claves para los referentes de las personas con discapacidad intelectual. De esta manera, ViveLibre consigue que el efecto impulsor de la autonomía por parte del entorno cercano sea aún mayor.
La Unidad de Apoyo la conforman profesionales que, usando las nuevas tecnologías, pueden proporcionar una gran ayuda; pero el mayor valor es el conocimiento de los usuarios y sus capacidades, así como la comprensión de sus necesidades. Esto les permite actuar por encima de la tecnología, y ante cualquier imprevisto y con el conocimiento de la persona y su entorno, prestar la ayuda más adecuada. Este factor humano cierra el círculo de confianza entre el usuario, ViveLibre y la familia.
Cada persona es única, como también lo es su relación con familiares, amigos y profesionales. Las necesidades e inquietudes son diferentes, y por eso los apoyos que se brindan también deben serlo. Seguridad, tranquilidad, confianza, personalización y promoción de la autonomía son aspectos clave de ViveLibre que lo convierten en un apoyo significativo para las personas con discapacidad intelectual.
La importancia de la familia en la autonomía personal
Hoy escribo como psicóloga y profesional en el sector de la discapacidad, pero también como madre de una persona con discapacidad intelectual. Quiero simplemente reflexionar sobre cómo, desde la familia, limitamos o colaboramos en el difícil camino de la autonomía personal y social de nuestros hijos.
En primer lugar me gustaría enmarcar algunas ideas:
- En relación a la limitación, la sobreprotección de las personas con discapacidad intelectual es un extremo de cariño en el que se incurre, el cual impide el correcto desarrollo de la autonomía de una persona con discapacidad intelectual. El concepto de sobreprotección podemos entenderlo como una inadecuada interpretación de la afectividad o de la protección que ejercen las personas cuidadoras sobre sus hijos/as con discapacidad. Ésta se caracteriza por tratar de evitarles la mayor cantidad posible de riesgos y dificultades que entraña la vida, limitando sus posibilidades de desarrollo (Freixa, 2000; Vázquez, 2007; López, 2008; Martínez, 2013).
- En relación a la colaboración y como alternativa a este tipo de conducta, se propone el desarrollo de la autonomía según las concepciones más modernas que establecen un concepto integral y centrado en las habilidades de la persona, organización de la propia vida y toma de decisiones (Shalock y Verdugo, 2012).
Podemos considerar la autonomía personal como la capacidad que tiene la persona para desarrollar una vida lo más satisfactoria e independiente posible en los entornos habituales de la comunidad.
Muchas personas con discapacidad manifiestan dificultades en sus habilidades de la vida diaria que limitan la autonomía necesaria para obtener una mínima autosuficiencia, pero es necesario constatar si se debe a su situación personal o es consecuencia de no haberles dado la oportunidad de desplegar todas sus posibilidades en este ámbito.
Si bien está muy claro cuál es el mejor camino para contribuir a la autonomía personal de una persona con discapacidad, también es una realidad que, para conseguir estas metas, las familias debemos ser capaces de asumir riesgos y superar miedos.
"Debemos compensar las dificultades de las personas con discapacidad, es decir, sus limitaciones, reforzando sus capacidades. Actualmente contamos para ello con la ayuda de las nuevas tecnologías, que nos facilitan el difícil proceso de lograr la autonomía personal."
Nuestros hijos tienen el derecho, y nosotros la obligación, de poner a su servicio los apoyos necesarios, para que dentro de sus posibilidades puedan conseguir el máximo de autonomía. ¿Cómo podemos las familias colaborar y no sobreproteger en este proceso?
El artículo 2 de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, entiende la autonomía como “la capacidad de controlar, afrontar y tomar, por propia iniciativa, decisiones personales acerca de cómo vivir de acuerdo con las normas y preferencias propias así como de desarrollar las actividades básicas de la vida diaria”.
Nuestro papel debería ser el de acompañar este proceso. ¿Cómo hacerlo?
- La norma general es que todo aquello que pueda hacer la persona con discapacidad sola, siempre que no ponga en riesgo su seguridad o la de otras personas, debe hacerlo ella
- Los principales hábitos que debemos enseñar son: higiene, vestido, comida, vida en sociedad y participación en la comunidad.
- Respecto a cómo enseñar, la mayoría de los niños funcionan con rutinas. Por tanto, lo ideal será conseguir que esos hábitos se conviertan en rutinarios. Con una práctica adecuada y paciencia se pueden aprender muchos hábitos.
- Hay que practicar, ofreciéndoles ocasiones para que puedan aprender, recordarles, elogiarles y poco a poco disminuir la ayuda, sin prisas, supervisando y revisando la práctica realizada.
La realidad es que gran parte de su autonomía depende de cómo “los mayores” afrontamos el proceso.
Me gustaría finalizar este artículo con una frase a modo de reflexión:
"Cuando el objetivo te parezca difícil, no cambies de objetivo: busca un nuevo camino para llegar a él."
Prohibido segmentar
“No segmente: sí, sí, como lo lee. Sólo usted lo necesita y no su consumidor”
--Javier Rovira (Consumering)
Vivimos tiempos de cambio. Este cambio alcanza no solamente a la dimensión tecnológica de las cosas sino también a nuestra forma de ver el mundo y a nuestros valores. Sin embargo, nuestra forma de hacer las cosas sigue siendo muchas veces la misma de siempre. Esto resulta muy frecuente en el mundo del management, particularmente en el campo de los servicios de atención a personas. Todas las empresas insisten en que ofrecen una atención personalizada. Sin embargo, la industria del sector sociosanitario se encuentra más estandarizada que nunca. Los individuos son vistos muchas veces como una fracción de un segmento de mercado.
Me pregunto si esto tiene que ver con el eterno dilema filosófico de los universales. Los humanos tendemos a reificar constructos que solamente son abstracciones de nuestra mente: recursos mentales para explicar e interpretar el mundo. Para Guillermo de Ockham todo lo que existe es individual, de lo cual se sigue que todas nuestras ideas generales no son por naturaleza ni imágenes, ni retratos, ni representaciones mentales de alguna cosa real. Intentar clasificar una realidad diversa en segmentos de población va en contra de la realidad de las cosas.
En este sentido se pronuncia Humberto Maturana, el biólogo de la escuela de Santiago: “todos los fenómenos biológicos ocurren a través de la realización individual de los seres vivos”. La especie es un constructo mental que se refiere a la colección de individuos que comparten una serie de patrones y son capaces de entrecruzamiento reproductivo. Por pura economía de lenguaje lo expresamos con una palabra. Pero lo único real es el individuo: la persona.
Podemos decirlo también desde un punto de vista matemático. Para el célebre matemático Leopold Kronecker, “Dios creó los números naturales. Todo lo demás es obra del hombre”. La Naturaleza solamente cuenta unidades; las fracciones son invenciones del hombre.
La segmentación fue un recurso útil en el mundo industrial. Se trataba de un escenario relativamente estático, lineal, estable y previsible. Contábamos con información limitada sobre la realidad de la gente. Tratábamos de encontrar así pautas comunes entre diferentes grupos. Hoy el mundo ha cambiado y ha devenido en una realidad compleja, dinámica, incierta y, ante todo, diversa. No podemos generalizar. Ya no contamos con una información reducida, sino que tenemos a nuestro alcance una cantidad de información impresionante sobre cada individuo. El ejemplo más representativo es la posibilidad de descifrar el genoma de cualquier individuo. Ya no se justifica la generalización.
Cuando se segmenta a las personas se crean diferentes categorías artificialmente definidas. De este modo despersonalizamos a nuestros clientes, reduciéndolos a la parte proporcional de un segmento de mercado. Reificamos ese segmento como si realmente fuera una realidad ontológica. Así hablamos de los mayores o los discapacitados como si esas expresiones se refirieran a una unidad homogénea.
Sin embargo, cada individuo es una realidad única, diversa y compleja. No podemos seguir pensando en términos de categorías. Estamos en el Siglo XXI. Disponemos de tecnología e información como no hemos dispuesto nunca. Estamos ante la posibilidad de la personalización absoluta. Podemos dejar de tratar a las personas como pedazos de una realidad homogénea que llamamos mercado para comenzar a tratarlos como seres humanos individualmente considerados, diversos y únicos.
Esta visión requiere transformar todos los modelos de negocio, los sistemas operativos y las herramientas que empleábamos hasta ahora; en suma, las viejas instituciones ya no nos valen. Tendremos que empezar por cambiar nuestra forma de ver el mundo y de entender nuestro trabajo (cultura).
En ViveLibre tenemos prohibido segmentar, categorizar, clasificar o etiquetar a las personas. Cada ViveLibre es único. Un mismo servicio; una solución diferente.
Seguro sí, vigilado no
En ViveLibre somos muy sensibles a la percepción de nuestros apoyos por los usuarios. Durante los periodos de prueba tuvimos la ocasión de trabajar con personas que contaban con diferentes necesidades de apoyo, en edades comprendidas entre 12 y 18 años; y encontramos que aun sabiendo que la funcionalidad de localización era importante para ellos, porque permite una actuación rápida en caso necesario, no se sentían cómodos.
Saber que tanto la Unidad de Apoyo como los familiares con aplicación de familiar podían conocer en cualquier momento su situación geográfica, les generaba cierta invasión de su intimidad. La percepción de que podría ser usado más allá de los casos estrictamente necesarios les provocaba cierta incomodidad.
Tuvimos la oportunidad de apreciar esta situación tanto desde la Unidad de Apoyo Permanente como en diferentes encuentros presenciales que realizamos con nuestros usuarios.
Como en ViveLibre desarrollamos y evolucionamos nuestra propia plataforma tecnológica, rápidamente incorporamos las sugerencias que nos hicieron las familias. Ahora, un aviso informa al usuario cuando se produce una petición de localización; de esta forma puede saber si el uso que se está haciendo es el adecuado. El usuario conoce quién le quiere localizar y en qué momento.
Esta solución no pone en juego la seguridad ni la eficacia de la funcionalidad, ya que el usuario no tiene que hacer nada para aceptar la petición; se trata tan solo de una información. Así, la persona está segura porque sabe que, si es necesario, podrán localizarla. Al mismo tiempo, acepta sin problema el uso de esta utilidad porque no se siente observada. El nivel de confort y la experiencia de vivir con ViveLibre se han incrementado sustancialmente.
Bajo este ejemplo subyace la filosofía de ViveLibre de considerar y respetar el derecho de todas las personas a definir cuáles y cómo deben ser los apoyos que se les presta.
Convivir con la discapacidad
¿Discapacidad? ¿Libertad?
¿Qué nos sugiere hablar de discapacidad? ¿Qué libertad es posible con discapacidad?
Casi seguro que cuando oímos esta palabra lo primero que nos viene a la mente es una realidad que nos complica la vida, que nos hace más difícil afrontar los retos que se alzan en nuestro camino y reducen nuestras posibilidades de vivir con plena autonomía.
Esto es cierto, convivir con la discapacidad nos exige más tiempo, más dedicación, en las actividades más básicas de cada día y en la superación de las innumerables barreras que hemos de afrontar para acceder a la educación, al trabajo, a los servicios de salud, y para participar en la cultura, el ocio y en cualquier actividad de nuestro barrio o de nuestra ciudad.
Sin embargo, si cambiamos de perspectiva, se trata de una realidad que nos ofrece algo muy valioso: nos enseña lo mucho que podemos aprender para crear una sociedad mejor. Pone el foco en cuestiones vitales para un futuro más libre.
Participar por la libertad, desde la discapacidad, puede ser arduo, una cuesta que nos parece imposible de subir, pero es entonces cuando hemos de recordar las sabias palabras de Nelson Mandela: “Todo parece imposible hasta que se hace.”
Porque la libertad necesita una sociedad más accesible, más justa, más empática. Una sociedad capaz de reconocer el inmenso valor de la diversidad humana. Pero, sobre todo, la libertad se nutre del valor de muchas personas concretas, de muchas personas con nombres y apellidos que a diario luchan por hacer realidad sus sueños más nobles.
- Las barreras no facilitan la libertad sino que la entorpecen.
- La discriminación no construye puentes sino que los destruye.
- La ignorancia jamás abrió ninguna puerta a la libertad.
Accesibilidad universal, justicia social y empatía inteligente, serán tres ejes clave para vivir la discapacidad en libertad. Pero, aun nos podemos preguntar: ¿Todo esto no es una labor de las políticas sociales, de las instituciones públicas? ¿No se trata de realizar mejores políticas públicas para alcanzar estos bienes comunes?
Sin lugar a dudas, una parte de la respuesta cae del lado de las políticas sociales, pero hay otra parte, como una parte oculta de la Luna, que requiere de nuestra reflexión, de nuestro coraje y, sobre todo, de nuestro compromiso para participar por la libertad. Cada persona en esta sociedad, con o sin discapacidad, tiene al alcance una escalera para descubrir ese maravilloso lado oculto de la Luna.
- Una libertad que yo no puedo alcanzar si no está al alcance de todos.
- Una libertad que solo crecerá fuerte y sana si participo y me comprometo.
Bertrand Russell, un filósofo, matemático, lógico y escritor británico ganador del Premio Nobel de Literatura y también conocido por su activismo social en favor de la paz, lo expresaba con fuerza en esta afirmación celebre: “La buena vida es aquella inspirada por el amor y guiada por la inteligencia.”
Participando, comprometiéndonos por una sociedad inclusiva, hacemos posible una efectiva igualdad en derechos, una opción real para que la discapacidad no coarte nuestra libertad.
Este es una de las principales claves de la participación: influir para que los gobiernos legislen y doten recursos a favor de los derechos de las personas con discapacidad, unos derechos que son también nuestros derechos. Y para conseguirlo podemos escoger entre muchas opciones, algunas de las cuales están a nuestro alcance, muy cerca. Como muestra tres botones:
- Colaborar e implicarnos en las asociaciones que representan a las personas con discapacidad y sus familias.
- Contribuir a una vida mejor para nuestros barrios, nuestros pueblos y ciudades, asociándonos en organizaciones vecinales, culturales y cívicas.
- Ser activos, en pro de una mejor condición de accesibilidad universal, a través de las redes sociales y las plataformas que defienden este esencial bien común.
Participar en una asociación es un ejercicio de libertad y de responsabilidad. Una decisión consciente orientada a mejorar nuestra vida y la de las otras personas que comparten unos fines y una acción solidaria.
Participar es ejercer un derecho ciudadano, pero también supone dar lo mejor de nosotros mismos para la transformación social y la inclusión, y para ello nuestra propuesta de hoy es muy sencilla: convivir con la discapacidad es (también) aprender a participar por la libertad.
Puede ser duro, si lo vivimos en nuestro propio ser, si nos hace sentir el dolor y el sufrimiento de la fragilidad humana a diario, pero, sin ninguna dura, será una gran lección que nos hará más sabios y más dignos en la conquista de nuevas cimas de libertad.
Nuestro enfoque sobre la autonomía personal
Hoy, que todo lo buscamos en INTERNET, vemos que la primera frase con la que Wikipedia define “Autonomía personal” es la que sigue: “La manera de pensar por sí mismo, su decisión”. Más formalmente podemos decir que Autonomía es un vocablo que proviene del Griego (Auto + nomos) y, contextualizado correctamente, significa la facultad humana para gobernar las propias acciones y dirigir la vida de uno mismo con libertad.
Hoy en día no se entiende el funcionamiento de la persona sin el derecho a decidir acerca de cómo vivir, y "por tanto" el derecho a utilizar y disfrutar de aquello que la sociedad pone a su alcance. Y esto aplica a cualquier persona, con independencia de sus capacidades.
En este sentido, ante cualquier pérdida de autonomía, seguimos queriendo decidir qué apoyos o ayudas queremos utilizar y cómo utilizarlas. Y ante una falta de autonomía para poder decidir, nos asiste el derecho a que nos ayuden o apoyen conforme a los valores y preferencias mostrados a lo largo de nuestra vida.
Por estas razones el diseño de un servicio para promover la autonomía personal debe concebir desde su inicio este enfoque.
Cada vez se hacen más necesarias las soluciones individualizadas y creadas expresamente atendiendo a las capacidades y necesidades de cada persona; soluciones que nos permitan desarrollar nuestro proyecto de vida donde queramos, con quien queramos y de la manera elegida, por tanto, los apoyos que presta un servicio que pretende promover la autonomía deben estar perfectamente integrados y coordinados con este proyecto de vida y el plan para llevarlo a cabo.
Para lograrlo, el primer paso es siempre “escuchar” a la persona para comprender sus necesidades. Se necesita conocer quién es, cómo es su funcionamiento, cómo es el entorno en el que desarrolla su vida, cuáles son sus apoyos naturales, qué ayuda le brindan estos apoyos y de qué manera, cuáles son sus deseos, prioridades y valores. Con todo esto se podrá empezar a componer “la solución” para promover SU autonomía personal.
La metodología de ViveLibre abriga esta concepción: desde una visión integral de la persona y contando con el papel activo de ésta, se define la solución personalizada que la empodera considerablemente, permitiéndole impulsar en mayor medida su autonomía.
De esta forma en ViveLibre utilizamos las funcionalidades y apoyos, hoy disponibles en nuestro sistema, para construir la solución de promoción de la autonomía personal de CADA persona en CADA situación y momento de SU vida.